La semana que empieza estará marcada por la decisión de ampliar o no las preferencias arancelarias andinas, que permitirá a las empresas nacionales seguir colocando sus productos en el mercado estadounidense sin pagar aranceles. Aunque la atención se centrará en las decisiones de la Cámara de Representantes y del Senado de EE.UU., hay que estar claro que la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas (Atpdea) durará un par de años, en el mejor de los casos, pero no se sostendrá en el tiempo.
Ecuador necesitará otro acuerdo comercial con EE.UU. , y el Gobierno ecuatoriano lo sabe, pero hasta la fecha no ha planteado una propuesta concreta. Y si la tuviera, el Gobierno estadounidense tampoco tiene el permiso de su Congreso para negociar un acuerdo comercial.
El período para negociar los Tratados de Libre Comercio (TLC) terminó con el gobierno de George W. Bush y ahora solo se espera que el Congreso estadounidense ratifique los TLC firmados con Corea, Panamá y Colombia. Ecuador se bajó del tren de los TLC hace más de cuatro años y hasta hoy no tiene un vehículo para llegar a un acuerdo comercial de largo plazo con EE.UU.
Un escenario similar puede repetirse con la Unión Europea (UE), cuya negociación permanece estancada desde el 2009. Colombia, Perú y los países centroamericanos ya alcanzaron un acuerdo y prevén sellar de manera definitiva el acuerdo con los europeos en el primer semestre de este año. Lo anterior significa que hasta junio próximo, en el mejor de los casos, Ecuador pudiera negociar algo diferente con la UE, caso contrario solo podrá adherirse al acuerdo firmado por el resto de países de la región, algo poco soberano para un Gobierno del socialismo del siglo XXI.
Si se logra un acuerdo con la UE, Ecuador habrá definido su ruta comercial y tendrá algo concreto para plantear a los estadounidenses en el mediano plazo. Pero el Gobierno ecuatoriano no ha mostrado mayor decisión en reanudar la negociación con la UE y, al paso que va, también pudiera terminar bajándose del tren con los europeos.