¿En dónde ha crecido más el uso de las tarjetas de crédito: clases alta media o baja? Según un estudio contratado por la Asociación de Bancos Privados del Ecuador (ABPE), al que EL COMERCIO tuvo acceso, en el último año las operaciones de crédito de consumo han crecido en mayor medida en los segmentos medio y medio alto.
Y es justamente en estos dos grupos de clientes donde las entidades financieras están apalancando su crecimiento. Así, el crecimiento de cartera de consumo en los segmentos medio (USD 3 000 a 5 000) y medio alto (USD 5 000 a 10 000), fue de un 42%. Mientras la entrega de tarjetas creció de una forma exponencial, en más del 80%, en un año.
[[OBJECT]]En este grupo se incluyen los empleados del sector público que han engrosado las filas de este Gobierno, ya sea a través de contratos o nombramientos, y que se caracterizan por tener una alta capacidad de consumo, dentro y fuera del país.
Desde hace casi 4 años que Cristina Hernández, de 27 años, trabaja en el sector público. Pasó de tener una a dos tarjetas de crédito y adquirió un préstamo para comprar un auto. Esta joven cuenta que la mayor parte de sus compras es a crédito corriente. Al mes destina USD 500, en promedio, al pago de deudas; que representa un 30% de sus ingresos.
En efecto, el comportamiento de los consumidores entre enero del 2011 y mayo del 2012 reflejó que las compras se pagan, principalmente con crédito corriente (57%) y el resto se difiere ya sea con pagos fijos o cuotas mínimas. Los consumos corrientes se concentran en supermercados y farmacias (15,9%), seguido de artículos para el auto, servicios profesionales, telefonía y comunicaciones, servicios públicos, restaurantes, entre otros.
Asimismo, los meses en los cuales más se ve un crecimiento del uso de la tarjeta son agosto, por el ingreso a clases en la Sierra, y en diciembre, por Navidad. Esto hace que a fines de año, los niveles de endeudamiento sean más elevados y las deudas bajen en los siguientes seis meses.
Para Gisella Ibáñez, de 50 años, las dos tarjetas que tiene fueron de mucha utilidad durante los cinco meses que estuvo sin trabajo. Al tener que pagar un crédito hipotecario usaba el dinero plástico para cubrir el monto mensual, pero además rotaba el dinero de una tarjeta a otra. Actualmente ya lleva 4 años trabajando en el sector público y paga USD 300 mensuales por cada tarjeta, pero se puso como meta solo usar una de las dos y siempre tratar de pagar el doble de la cuota. Así tiene saldos a favor.
El estudio también revela cómo ha ido cambiando el comportamiento del crédito de consumo, a través de tarjetas plásticas en el 2011. Para esto se tomó una muestra de 7 915 personas de bancos privados, miembros de la ABPE. El número de personas que reciben créditos de consumo no ha aumentado de forma relevante, sino que cada vez manejan montos de crédito más altos.
Más tarjetas por cabeza
El incremento del ingreso promedio ha facilitado el acceso al crédito de consumo de varios quintiles poblacionales en años recientes. Mientras en enero del 2011, el 61% de la población tenía al menos una tarjeta de crédito, para fin de ese año creció a 69,6%. De igual manera, las personas que tenían dos tarjetas, en enero del 2011, representaban el 40,6% y a fines de año bordearon el 50%. Y la población que tenía tres tarjetas subió del 26,4 al 33,5% en el mismo período.
Actualmente, en la Central de Riesgos se registran 11 tarjetas de crédito, de las cuales tres ya no existen (Filancard, Mi Socia y Crédito Sí) pero aún arrastran saldos pendientes. Las que más crecen en cartera de tarjetas son Visa, seguida de MasterCard, Diners y American Express. De forma general, los tarjetahabientes pasaron de 1,7 millones, en el 2008 a 2,2, a finales del año pasado.
La cantidad de instituciones financieras que ahora participan en este mercado también creció. Hay 21 operadores de tarjetas. Y los más fuertes por cartera son: Diners, los bancos del Pacífico, Guayaquil, Pichincha. Este último es el que más crece por cantidad de plásticos y algo distantes le siguen Diners y el Pacífico.
Esta situación, sin embargo, contrasta con lo que sucede en segmentos de población económicos bajos. La actividad crediticia decreció tanto en el número de operaciones de crédito como en el de tarjetas entregadas. Entre diciembre del 2010 y diciembre del 2011, los créditos cayeron en un 24,26%. Un bajón similar se ve en los plásticos entregados.
Para la empleada doméstica Fátima Ríos, su posibilidad de acceso al crédito ha venido decreciendo. Explica que hubo un momento que le llamaban a ofrecer tarjetas, con cupos de hasta USD 200, pero las rechazaba. Las llamadas cesaron. Hoy tiene solo una tarjeta, pero le interesa aumentar su cupo o pedir otra. Ambas solicitudes le han sido negadas porque, le han dicho que “no tiene capacidad de pago suficiente”.
En cambio, la secretaria María Esther Rivas, de 35 años, cuenta que no le interesa tener tarjetas de crédito porque tuvo una mala experiencia. “Cada vez que me retrasaba en el pago, me perseguían. Acabé de pagar y la cerré. Prefiero pedir prestado a un amigo o a un familiar si necesito”.
El análisis del Régimen sobre los indicios de sobreendeudamiento da cuenta de que las personas con mayores potenciales de problemas son quienes tienen ingresos de hasta USD 1 000.
Analistas vinculados a las tarjetas de crédito aseguran que las actuales mediciones de riesgo de crédito se enfocan más en el comportamiento de pago e historial de morosidad que en la capacidad de pago o niveles de apalancamiento financiero.
Entre enero y noviembre 2011 el número de instituciones acreedoras promedio por persona (para el 90% de la muestra) pasó de 1,9 a 2,4. Eso puede explicarse que haya personas que estén obteniendo un crédito en una entidad para pagar a la otra.
Tome en cuenta
El punto máximo que usted puede endeudarse es el 40% de su ingreso fijo mensual. Algunos recomiendan que el valor sea el 30%.
No tenga demasiadas tarjetas. Utilice máximo dos, una de pagos rotativos y otra de cancelaciones totales a fin de mes.
No se atrase en los pagos mensuales. Los cargos por mora solamente aumentarán su deuda contraída.
Evite los pagos mínimos en las tarjetas.
Es una ilusión si cree pagar menos, porque estará cancelando el interés y no el capital.
Difiera los pagos solo en compras de bienes o servicios cuyo tiempo de uso será mayor al tiempo de financiamiento.
Contrólese. No compre compulsivamente. Tómese 48 horas para decidir la compra de un bien.
El ‘bicicleteo’ aún se analiza
En el país existen más de 2,2 millones de tarjetas de crédito que anualmente son fuente de más de USD 7 000 millones de consumos en los establecimientos.
Las autoridades económicas del país manejan la hipótesis de que, con la facilidad como se emiten y se otorgan estos medios de pago por parte de las entidades financieras, las personas las aceptan fácilmente para consumir o incluso pagar las deudas contraídas con otras tarjetas. Es decir, una especie de “tapahuecos” o de “bicicleteo”, que estaría impulsando el sobreendeudamiento.
Sin embargo, las emisoras de tarjetas de crédito ven como muy improbable que una situación así esté sucediendo en el país. Las conclusiones a las que llegan es que las posibilidades de “bicicletear” las deudas, tanto por avances en efectivo como a través de otras tarjetas de crédito, es limitada e insostenible en una cartera de corta duración, como caracteriza a las tarjetas de crédito.
Pese a ello, sí recomiendan realizar un seguimiento a este aspecto, ya que su manejo está íntimamente relacionado con la evolución de los cupos de crédito.
Curiosamente, los segmentos que mayores problemas podrían tener, eventualmente, son los de mayor capacidad de pago. Así, los clientes de categorías A y B (muy buena capacidad de pago) tienen 3,25 y 2,79 tarjetas cada uno. Pero son apenas un 6,4% de todo el universo de tarjetahabientes.
El grueso, que está entre las categorías C y E, tiene en promedio 1,33 tarjetas por cabeza, lo cual imposibilita la existencia de un “bicicleteo”, que llegue a desembocar en el sobreendeudamiento referido por el Gobierno.
Se flexibilizan las provisiones
Hasta ahora las instituciones financieras han mantenido una política conservadora de provisiones para cubrir la cartera vencida. A diciembre del 2011, las provisiones de los bancos representaban el 256% de su cartera vencida y el 5,9% del total de la cartera bruta.
Pero desde este fin de mes está previsto que cambien las reglas de juego. Esto, debido a la puesta en marcha de la resolución 1897 de la Junta Bancaria.
A través de esta regulación, se segmentan las categorías de calificación del crédito, con lo cual para la banca se flexibiliza el rango de provisiones. Ahora la clasificación del riesgo normal (A) de crédito de consumo, por ejemplo, tendrá tres categorías En la 1 el cliente tiene cero morosidad; en la 2, de 1 a 8 días y en la 3, de 9 a 15 días. Esta segmentación variará, según el segmento de crédito. En un contexto de alta liquidez esto podría hacer que las instituciones tengan más flujo de recursos y esto hará que compitan más por colocar crédito. Pero también la Junta Bancaria exigirá que los sustentos de las metodologías o sistemas internos implementados por las entidades sean evaluados por la Superintendencia de Bancos.
Si las entidades no presentan sus metodologías para ser evaluadas deberán considerar como límite máximo de exposición en créditos de consumo, que las cuotas mensuales no sobrepasen el 50% del ingreso mensual del deudor. Para fijar este porcentaje en tarjetas de crédito se considerarán los consumos bajo la modalidad de crédito rotativo y diferido. Y la calificación de los deudores se extenderá al total del monto adeudado, por vencer y que no devenga interés.
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