Alex Alemán esperó cerca de una hora y media para que le reciban en una vivienda de Chaguarquingo, al suroriente de Quito. Ahí este encuestador contratado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) debía realizar la Encuesta Nacional de Desempleo, el pasado 24 de junio.
Pero quienes habitan en este departamento solo podían atenderlo a partir de las 21:00.
Para este joven de 21 años sería fácil ir a la casa adjunta o la del frente para terminar rápido, pero la encuesta está dirigida a una determinada vivienda.
Si en esa casa no le responden, Alemán deberá remitirse a otra que el INEC determine previamente. Pero antes que esto suceda, él y otros 380 encuestadores saben que para hacer estas encuestas deben acomodarse a los horarios de los encuestados.
“Me dijo que se iba al Internet y que volvía enseguida. Ojalá quiera atenderme.”, comentó Alemán mientras espera a la dueña de la vivienda, en la camioneta del INEC, para protegerse del frío.
El mes pasado se levantaron los datos de la Encuesta Nacional de Empleo y Subempleo en 579 centros urbanos y rurales de 23 provincias. Para ello, la entidad selecciona su personal entre jóvenes bachilleres, de 20 a 30 años.
Normalmente este sondeo se realizaba anualmente (en diciembre), pero el Gobierno decidió este año que se efectúe de manera semestral. Así, el país contará con dos encuestas trimestrales que medirán el desempleo en el sector urbano de 127 ciudades, entre enero y marzo; y octubre y diciembre. Y dos encuestas semestrales, a escala nacional.
Finalmente, pasadas las 21:00, Sandra Tipán (nombre cambiado porque la Ley de Estadística impide revelar el nombre del encuestado) llegó. Alex Alemán pasó a la sala de su casa, en donde ya estaban dos hijos pequeños. Y empezó un cuestionario de 33 páginas.
Le aseguró que solo tardaría 10 minutos, pero la entrevista se extiende por más de media hora. Es que no solo se trata de la encuesta usual de empleo, sino que en esta ocasión se añadieron tres sondeos más para evaluar el uso del tiempo, la confianza del consumidor y la actividad turística en el país.
Las principales preguntas están relacionadas con los ingresos de cada integrante mayor de 18 años del hogar, el tiempo que están empleados, desempleados y cuántas horas semanales trabajan. Tipán también respondió si ella o su cónyuge quieren cambiarse de trabajo o laborar más horas para ganar más.
Las respuestas permiten determinar si los ocupantes de la vivienda tienen la condición de ocupados plenos, subempleados o desempleados. Luego de llenar el formulario revisó la información y se la entregó a su supervisora Yessica Montalvo.
Ella se aseguró de que no existan inconsistencias respecto al nivel de educación y edades de los encuestados y lo firmó para remitirlo al departamento de Crítica y Codificación de la Regional Norte del INEC. En esta área, uno de los técnicos verificó la encuesta detenidamente. Si hay datos inverosímiles o se identifica un nuevo error debe llamar a la casa del encuestado a confirmar.
Después de revisada la encuesta el documento pasa al área de digitación que alimenta cada base de datos de las cuatro oficinas regionales del INEC (Ver mapa).
Estas bases se remiten a la matriz central de la entidad, en Quito, donde se consolida el índice final del desempleo del país. Este última encuesta le costó al Instituto USD 167 280.
Alemán con esta encuesta terminó sus 24 días de trabajo de junio y volverá en septiembre para la nueva encuesta.