El ritmo del levantamiento de las sanciones y la capacidad de enriquecimiento de uranio que mantendría Irán tras un acuerdo sobre su programa nuclear son los dos principales escollos de la negociación histórica que se lleva a cabo en Viena.
Las sanciones
Impiden a empresas, individuos y sectores enteros de la economía iraní hacer negocios con el resto del mundo. Emanan de la ONU, de Estados Unidos y de la Unión Europea.
El conjunto de estas sanciones, que golpean duramente a la economía iraní, ha hecho caer a menos de la mitad las exportaciones de petróleo del país, de 2,5 millones de barriles diarios (mbd) anteriormente a poco menos de 1,2 millones de mbd en diciembre de 2013.
En febrero del 2014, el Fondo Monetario Internacional (FMI) señaló “el refuerzo de las sanciones comerciales y financieras” contra Irán como uno de los primeros factores de una “combinación de choques” que debilitó su economía.
Una fuente iraní considera que, en caso de acuerdo, sería “sencillo” levantar las sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU dado que que el grupo 5+1 que negocia con Irán está formado por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia) más Alemania.
“Les basta con tomar una decisión y todo el mundo seguirá”, dice esta fuente.
Otra fuente, occidental en este caso, contradice este punto de vista.
“No se puede imaginar” que las sanciones adoptadas por la ONU entre 2006 y 2010 “se levanten el primer día del acuerdo basándose únicamente en la buena fe de Irán”, dice esta fuente. “Corresponde a la AIEA (Agencia Internacional de la Energía Atómica) ir a explicar al Consejo de Seguridad, etapa a etapa, que Irán respeta sus compromisos. El proceso durará varios años”.
Esquematizando, se puede decir que las sanciones de la ONU son las que están más directamente vinculadas con las sospechas de actividad militar ilegal de la República Islámica, mientras que las sanciones unilaterales europeas y estadounidenses afectan a la economía, las finanzas y el petróleo.
Éstas, según la fuente occidental, podrían ser “suspendidas y levantadas en los primeros meses después del acuerdo”.
La capacidad de enriquecimiento
Irán, que niega querer dotarse de la bomba atómica, pretende convencer a las grandes potencias de que le dejen desarrollar su capacidad de enriquecimiento de uranio para alimentar sus centrales.
Irán quiere construir, a largo plazo, 20 centrales nucleares de
1 000 megavatios para diversificar sus fuentes de energía y reducir su dependencia del petróleo y del gas para el consumo interno.
Ligeramente enriquecido, el uranio sirve de combustible en las centrales nucleares para producir electricidad. Más concentrado, puede servir para fabricar la bomba atómica. El guía supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei, desea que Irán se dote de una capacidad industrial para enriquecer uranio. La comunidad internacional exige, por su parte, una estricta reducción de esta capacidad.
Alí Akbar Salehi, jefe del programa nuclear iraní, afirmó que su país desea multiplicar por 20 su capacidad de enriquecimiento de uranio y que rechazará reducir sus reservas de uranio enriquecido. La República Islámica también se niega a modificar más su reactor nuclear de agua pesada de Arak.