El representante adjunto de Comercio de EE.UU., Jeffrey Gerrish, acompañado de una parte del equipo negociador. Foto: AFP
Negociadores de China y Estados Unidos debían retomar el pasado lunes 11 de febrero de 2019 sus negociaciones comerciales, mientras que el FMI advirtió de una “tormenta” sobre la economía mundial, relacionada en parte con las subidas de los aranceles aduaneros ordenadas por Pekín y Washington.
A menos de tres semanas de que venza el plazo fijado por Donald Trump, antes de una nueva tanda de sanciones comerciales contra China, su representante adjunto de Comercio, Jeffrey Gerrish, llegó a Pekín para intervenir en unas conversaciones preliminares.
Gerrish, que ya participó en negociaciones a principios de enero en la capital china, salió de su hotel en Pekín, a primera hora de la mañana, sin hacer declaraciones a la prensa. El comienzo de esas discusiones -anunciado ayer por ambos países- no fue confirmado ni por fuentes chinas ni estadounidenses.
Estos diálogos debían preceder a las conversaciones que tendrán lugar el jueves y el viernes en Pekín, con los principales responsables de la negociación: el representante comercial Robert Lighthizer y el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, del lado estadounidense; el viceprimer ministro Liu He y el gobernador del Banco Central chino Yi Gang, del lado asiático.
Estas discusiones siguen a las que el mes pasado se llevaron a cabo en Washington, que dieron pie a una entrevista entre Liu He y el presidente estadounidense, Donald Trump.
Pero aunque el encuentro insufló optimismo, la semana pasada Washington advirtió que queda “todavía mucho trabajo” antes de que las dos primeras potencias económicas del mundo logren superar sus múltiples diferendos.
Trump, quien había anunciado una reunión con Xi Jinping “en un futuro cercano”, aclaró la semana pasada que no tiene planeado reunirse con su homólogo chino antes de marzo.
En una reunión celebrada a principios de diciembre en Argentina, ambos dirigentes se fijaron como plazo límite el 1 de marzo para llegar a un acuerdo negociado. Después de esa fecha, los aranceles aduaneros sobre el equivalente a USD 200 000 millones en importaciones anuales chinas aumentarán del 10% al 25%.
El Presidente estadounidense podría decidir retrasar el plazo, dado lo que está en juego. La hoja de ruta de los estadounidenses es ambiciosa: China debe poner fin a prácticas consideradas injustas, como la transferencia forzada de tecnologías estadounidenses, el “robo” de propiedad intelectual estadounidense, la piratería y los subsidios masivos a empresas estatales chinas para hacerlas líderes nacionales.
En este conflicto se juega la posición dominante de ambos países en las tecnologías del futuro. “La tecnología es la ventaja más importante que tenemos los estadounidenses. Somos innovadores, somos excelentes” en esa área, dijo Lighthizer a principios de diciembre pasado, en una entrevista televisiva.
Por su parte, Mnuchin, que prefiere “no especular” sobre el resultado de estas nuevas negociaciones, se hizo eco de una postura constante en las últimas semanas entre ministros y asesores de Trump: cualquier acuerdo debe ir acompañado de salvaguardias para asegurar su implementación, dado que a los chinos a menudo se les reprocha no cumplir con sus compromisos.
Otro asesor económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow, aseguró que Lighthizer aplicará el principio de prudencia que el expresidente Ronald Reagan hizo famoso durante las negociaciones de desarme nuclear con la Unión Soviética: “Confía, pero verifica”.
Mientras tanto, China tiene que lidiar con otra realidad: la economía del país se está debilitando. El crecimiento registrado por el gigante asiático en el 2018 fue el más bajo en casi tres décadas.
La perspectiva de que la guerra comercial se agrave lastra a los mercados financieros, que temen las consecuencias que esto pueda tener en la economía mundial. Una hipótesis que también preocupa a Christine Lagarde, directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), que advirtió el domingo en Dubái contra una eventual “tormenta” económica a nivel global.
Lagarde habló sobre lo que llamó las “cuatro nubes” que se ciernen sobre la economía mundial: las tensiones comerciales, el ajuste de las tasas, las incertidumbres relacionadas con el Brexit y la desaceleración de la economía china.
Según Lagarde, las tensiones comerciales entre China y EE.UU. comenzaron a afectar a la economía global.
“Cuando hay demasiadas nubes, se necesita un rayo para desencadenar la tormenta”, advirtió la titular del FMI, quien pidió a los gobiernos que se preparasen para evitar el proteccionismo.
Las discusiones de esta semana “podrían desembocar en progresos ante la inminencia del plazo del 1 de marzo”, consideraron en una nota los economistas de Société Générale, aunque tampoco esperan un “avance rápido”.