Byron Rodríguez V. Editor de Cultura
Diego Oquendo Sánchez publicó ‘Escrito en el aire’, una compilación de 74 entrevistas a reconocidos personajes de Ecuador y de otros países. Editado por Aguilar, el libro, ágil y bien escrito, reúne a interesantes personajes que ofrecen su visión del arte y de la vida. Aquí están: Bryce Echenique, Juan José Millás, William Ospina, Rosa Montero, Juan Villoro, Jorge
Enrique Adoum, Isabel Pantoja, Alan Parsons, Carlos Santana…
¿Cómo nació el libro?
El día en que nací. Soy un preguntón nato. El segundo punto clave fue en 1988, con ‘Encuentro’ (Radio Visión). Decidí explorar, a través de la radio, las artes escénicas, el periodismo; la música que me fascina. Estudié violín.
¿Cuántas entrevistas llevó a cabo entre 1988 y 2007?
Unas 6 000. Los diálogos del 2008 quedaron fuera. El trabajo de edición arranca en 2008. De las 6 000 quedan 300 y de estas 74. La selección tomó tres años.
¿El sistema fue por personajes, géneros, temáticas…?
Fue intuitivo. No tenía claro que debía sacar un libro. En 2005 reflexioné sobre mi programa. Desempolvé archivos. Saqué entrevistas en cintas de carrete abierto, casetes, minidiscos, discos compactos, MP3… Redacté el libro entre febrero y octubre de 2009. No es una transcripción, sino una recreación literaria y periodística.
HOJA DE VIDA
Diego Oquendo Sánchez
Es el presentador de ‘Encuentro’, una importante radio revista cultural en Ecuador, al que define como territorio libre de políticos.
Desde 1988 propone un espacio en el que confluyen expresiones musicales, la palabra y el diálogo periodístico.
¿Cómo eligió los nombres?
Me fijé más en lo que tenían que decir. Resultó que intuitivamente, una vez más, las entrevistas están interrelacionadas por ciertas verdades y búsquedas. Hay cosas que uno dice de un modo y otro lo descubrió por otros caminos. Muchos lectores descubrieron estas relaciones. Para mí, la única forma de sobrevivir en las esferas espiritual e intelectual es desfragmentándonos, fracturando lo que creemos verdadero a partir de un cincel: la pregunta. La intención de mi libro partió ahí: quienes fracturaron mejor sus certezas a partir de las preguntas. Fue una tarea ardua. Están los que deben, otros se quedaron, acaso no hice preguntas correctas. Ojalá aparezcan en un segundo volumen.
Cada personaje da una enseñanza de vida; por ejemplo, Miguel Donoso Pareja reconoce que es importante rescatar la conversación…
Fue una revelación esencial. Hay dos formas de asimilar la cultura, viajando o leyendo. Yo agregaría conversando. Es un privilegio formarme en radio con pensadores y artistas a través de la conversación, un ejercicio sencillo y complejo. Hoy hay una ausencia de conversación con el otro y con uno mismo. Uno a veces no sabe adónde quiere ir. Lo interesante del diálogo no solo es decir, sino escuchar. Por ello, la conversación periodística es tan valiosa para que la gente conozca de música, literatura, pintura… Cada artista tiene su hoja de ruta y compartirla con la gente es formidable.
Nosotros solo podemos salir de la oscuridad a partir de la incertidumbre.Mis certezas caducan pronto¿Cree que la literatura, como dice Donoso, es una charla silenciosa y eterna?
Sí, eso es una maravilla. Solo los dioses pueden saber lo que va a suceder. Nosotros solo podemos salir de la oscuridad a partir de la incertidumbre. Mis certezas caducan pronto. Por tanto, una vez más el diálogo, la literatura, nos llevan a revelaciones, a una conversación grande, intensa.
¿Cree, como dice Flaubert, que todo lo que inventamos es cierto?
Sí. Es una fiesta de imaginación. Todo lo que pronunciamos existe, cada palabra que nos lleva al amor, a la ternura, a la violencia…
El autor colombiano Juan Gossaín dice que el vallenato más que un género musical, es literario, ¿lo asume usted?
Sí. Solo al escuchar La casa en el aire, del maestro Escalona, imaginamos un bello cuento. ‘Cien años de soledad’ no se explicaría sin ese antecedente maravilloso: una casa que vuele. O cuando Remedios, la bella, levitó entre sábanas. Si al vallenato le quitamos la música sobrevive y sin letra se vuelve plano, salvo excepciones. Escalona era un gran melodista y un gran contador de historias. Es como el periodismo: si no cuenta grandes historias está muerto. El ser humano inventó la palabra para hacer posible la historia.
Gossaín dice que Escalona es mejor cuentista que García Márquez…
Sí, comparto esa apreciación. Gossaín dice ‘Gabo’ narra sus historias en cientos de páginas. Escalona las cuenta en tres minutos. Son historias con personajes, conflictos, escenarios, verdades, respiran vida.
También dice que no hay dos sentimientos humanos más unidos que el amor y el humor, los dos hacen la ternura, ¿qué es la ternura?
Es el lenguaje del amor. Si no hay ternura no hay amor.
Villoro dice que el humor desafía al poder, ¿los ecuatorianos somos serios?
En Ecuador todos queremos ser inteligentes y la inteligencia no es una aspiración, sino un accidente. Todos nacemos con un grado de inteligencia y podemos desarrollarla hasta que nos alcance. Es una herramienta para descubrirse a sí mismo. En literatura queremos ser lapidarios, contundentes en cada frase. Creo que la verdad está en la inocencia, no en la inteligencia que nos lleva a ser solemnes. Solo el humor rompe la solemnidad. Adoum y Eliseo Alberto dijeron que el poder le teme a la cultura y a los poetas y yo lo creo. Acaso la excesiva seriedad lleva al fascismo. Creo, como Gossaín, que el poder es la negación del amor y por tanto del humor.
¿Qué lección le dejó la charla con Fernando Vallejo?
Su valentía, frontalidad y entereza para vivir intensamente.