Moradores de Nayón buscan que se reduzca la cantidad de impuesto predial que deben pagar

El Municipio revisará los casos de incremento de impuesto predial en Nayón

El Municipio revisará los casos de incremento de impuesto predial en Nayón

La mayor cantidad de dinero que María Sotalín ha tenido es sus manos a lo largo de sus 64 años es USD 1 244. En diciembre del año pasado hizo un préstamo a una chulquera para poder pagar el impuesto predial de ese entonces.

Uno a uno contó los billetes y los depositó, recuerda con dolor. Por el préstamo debe pagar USD 180 al mes por todo este año, pero no le alcanza. Sus manos gruesas y agrietadas de campesina le permiten ganar al mes no más de USD 200.

Con eso vive. No le sobra un centavo. Por eso llora al contar que este año el predial volvió a subir. Debe pagar USD 3 811 por un terreno de 7 000 m². “¿De dónde? Si no tengo”, se lamenta frente a la mediagua donde vive con su esposo.

En Chimbatola, una comunidad de Nayón, al norte de Quito, hay inconformidad por el alza de ese tributo. Es una zona donde se vive de la agricultura.

Cerca de 100 familias que habitan el sector heredaron de sus padres grandes terrenos que sus abuelos recibieron luego de la reforma agraria. Son lotes de varias hectáreas que se repartieron entre numerosos hermanos. La mayoría tiene alrededor de 7 000 m².

Viven de lo que siembran, porque en esa zona la tierra es generosa. Pero la sacrificada labor del cultivador no es bien pagada. Son personas humildes que no tienen vehículo, que visten de lo que les regalan, que en su mayoría no terminó la escuela y que hoy deberán pagar por el impuesto predial de su propiedad un valor que les resulta inalcanzable.

Los moradores de Chimbatola pintaron carteles en rechazo al cobro del predial. Lo consideran excesivo. Foto: Evelyn Jácome / EL COMERCIO

El sufrimiento para esta comunidad empezó el año pasado, cuando el Municipio hizo un reavalúo y el valor catastral de los predios subió. María antes cancelaba USD 247. Hoy debe pagar 15 veces más. No es la única.

Homero Guatemal, de 30 años, en el 2017 pagó USD 265 por un terreno de 5 000 m². El año pasado debía pagar cuatro veces más. No lo hizo. No tuvo con qué. Entiende que el problema se genera por el reavalúo del predio en el que tiene una casa de 100 m², donde vive junto a su esposa y suegros. Todos agricultores.

Luego de enterarse de que en el 2018 debía pagar USD 1 190, se acogió al proceso de revisión que abrió el Municipio y el costo bajó un poco: USD 1 100. Pero este año volvió a subir a USD 1 900. En total, con multas, deberá pagar USD 3 200.

Desesperada, caminando de un lado al otro, con los papeles que imprimió de la página municipal en la mano, Beatriz Sotalín busca ayuda. En el 2017 pagaba USD 335 por un terreno de 5 200 m². Este año debe pagar USD 10 354. Junta las manos frente a su pecho y pide compasión. “No tengo ni un dólar. Soy pobre. Por Dios, ayúdennos”, repite.

Alba, su hermana, la consuela y cuenta que la vida en el campo es dura. Se levantan antes de las 05:00. Y desde ese momento hasta que oscurece ‘dobla la columna’ (como dice ella) para deshierbar y mover la tierra. La ganancia es poca. No ha podido reemplazar el par de zapatos que usa y que están rotos.

Belén Pilapaña, de 27 años, es otra de las perjudicadas. Vive de la siembra de plantas medicinales como el cedrón, el romero y la manzanilla; y de árboles frutales y plantas ornamentales. Al día vende entre 30 y 50 plantas, lo que le deja una ganancia de USD 7 diarios.

Este no es un barrio lujoso. La 19 de Diciembre, la vía principal del barrio, es de adoquín. No tiene veredas ni bordillos. Tampoco alcantarillado. Las casas tienen pozos sépticos. Son pequeñas viviendas de bloque, con cubiertas de zinc, en medio de grandes lotes de tierra que tienen sembríos.

El caso de Juan Andrango es uno de los más preocupantes. Debe pagar USD 94 390,20. La deuda es un acumulado desde hace cuatro años, cuando dejó de pagar porque la agricultura y la crianza de chanchos (a lo que se dedica) no le permitió hacerlo.

El predio de 5 hectáreas es de sus padres. La última vez que canceló el tributo pagó USD 600. Al año siguiente subió a USD 11 000.

Reconoce que otros vecinos vendieron sus lotes y en ellos se construyeron urbanizaciones, pero no es su caso. En una parte de su predio siembra frutos y maíz, en otra tiene dos cerdas que paren dos veces al año entre 8 y 10 lechones. Vende a USD 70 cada animal. Cada dos meses invierte USD 400 en balanceado. Admite que no gana mucho pero aprovecha el abono en los sembríos.

La lista de moradores afectados es grande. Teresa Galiano, Isabel Serafina Yancha, Juan Pillajo, Fernando Anaguano, Ana María Andrango. Cada uno tiene su historia. El problema llega a otros barrios. Rosa Lugmaña vive en San Pedro del Valle, y debe pagar USD 3 000 por un lote de 1 500 m². Algo similar ocurre en Inchapicho, San Vicente, Cruz Loma y San Francisco de Tanda. La gente teme perder sus predios y quedar en la calle.

Geovanna Chávez, directora Metropolitana de Catastro, explica que lo que ocurre en ese sector es puntual y que las quejas no se han generalizado.

Advirtió que el valor catastral de un predio puede aumentar cuando se hacen cambios, ampliaciones, propiedades horizontales o modificaciones.
En el momento, están revisando los casos para saber qué ocurrió. La próxima semana se tendrá información detallada del problema.

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