Redacción Manta
La Base Aérea de Manta se convirtió en un fortín estratégico para los escuadrones de aviones supersónicos, de entrenamiento y del grupo aeronaval y de rastreo del país.
Desde el sábado, dos naves del escuadrón supersónico, que se hallaban en la Base de Taura (Guayas), llegaron a Manta.
Mauricio Campuzano, jefe del Ala de Combate 23, con sede en el puerto manabita, aseguró que permanecerán ahí mientras se realizan tareas de mantenimiento de la pista de aterrizaje de la Base Aérea de Taura.
“Estarán en Manta por tres meses, hasta cuando terminen los trabajos”, dijo el oficial de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE). Sin embargo, señaló que Manta será la nueva base de los aviones Sabreliner, que ahora están bajo responsabilidad del Ala de Combate 11 -en Quito-. Llegarán al Ala de Combate 23 en febrero, dijo.
A esas aeronaves se unirán los 24 aviones Súper Tucano que Ecuador adquirió a Brasil y empezarán a llegar a fin de mes (dos cada mes hasta fin de año).
Para adiestrarse en la operación de estos aviones, 18 pilotos fueron escogidos para realizar un curso en Embraer, en Brasil. En septiembre de 2009 dos pilotos y 80 aerotécnicos ya estuvieron en ese país conociendo a fondo los sistemas de los aviones. Recibieron cursos básicos y tácticos.
“Está previsto que para cuando estas aeronaves arriben a Manta se realice un chequeo riguroso en tierra. Para ello, la firma Embraer enviará técnicos que estarán presentes en cada una de las revisiones”, manifestó Campuzano.
En la Base Aérea de Manta existen tres zonas de hangares: uno de la Base Aeronaval y dos de la Fuerza Aérea Ecuatoriana.
En el área de la Fuerza Naval se encuentran actualmente seis aviones no tripulados, que fueron adquiridos en 2008 a Israel, para realizar tareas tácticas de reconocimiento en altamar.
Uno de los hangares de la FAE fue ocupado hasta septiembre por el Puesto de Operaciones de Avanzada (FOL, por sus siglas en inglés) de EE.UU. Este fue edificado para dar mantenimiento a las naves estadounidenses, las cuales durante 10 años aterrizaron y despegaron de la plataforma de Manta (que también fue modernizada por el Gobierno de Washington) para el rastreo electrónico del narcotráfico en Colombia.
El mantenimiento de la Base de Manta ahora es provisto por el Estado, a través de la FAE.