Mafias de México y Colombia que reclutan agentes son investigadas

El año pasado durante una ceremonia masiva la Policía dio de baja a cinco policías que fueron investigados porque aparentemente estarían involucrados en un caso de narcotráfico. A la cita asistieron decenas de uniformados. Foto: Ministerio del Interior.

Pocos agentes se atreven a hablar después de la balacera del domingo. Dicen que la carretera en donde se registró el enfrentamiento entre policías conecta los cantones fronterizos de Eloy Alfaro, San Lorenzo y Rioverde y es considerada “zona caliente”. Esa vía es una de las nueve rutas que las mafias del narcotráfico usan para transportar cargamentos de droga que ingresan desde Colombia.
Ahí surge el problema. El crimen organizado empezó a captar a policías para garantizar que los alcaloides lleguen a su destino. Lo advierten oficiales que operan en Esmeraldas.
En meses pasados se detectó esa situación con los grandes bloques de cocaína que salen hacia Europa y Estados Unidos.
Uniformados investigados por un caso de narcotráfico generaban el “blindaje necesario” para que esos estupefacientes pasen los controles en los puertos y aeropuertos del país.
Pero los hechos del domingo en Esmeraldas revelaron otra modalidad: organizaciones delictivas también utilizan a policías para el microtráfico.
En el patrullero, los investigadores dicen que hallaron 31 kilogramos de marihuana, la droga que más se consume en el país. En Inteligencia se conoce que grupos insurgentes de Colombia y emisarios del cartel mexicano de Sinaloa están detrás de la contaminación de ciertos elementos de la Policía.
Ayer, en una entrevista con EL COMERCIO, Juan Carlos Barragán, inspector general de la Policía, sostuvo que en los hechos de Esmeraldas hay redes locales vinculadas presuntamente con los tres uniformados que iban en el patrullero.
“Esta marihuana venía desde Colombia. Tenemos una irradiación de la problemática de nuestros vecinos que siembran, producen y comercian. Esto nos ubica geográficamente en el medio del problema. Es obvio que el crimen organizado tiene intereses en buscar y conquistar a nuestros policías, militares, fiscales, jueces...”.
¿Pero por qué se llegó al extremo de movilizar estupefaciente en un vehículo del Estado o de asesinar a un comandante del GOE, una de las unidades élite de la Policía? Barragán dice que esos agentes “se torcieron, perdieron el cerebro, el norte, la visión. Lamentablemente nos infiltraron. Estaban con el uniforme, pero eran personas avezadas, peligrosas”.
En un análisis publicado en 2005 por el mexicano Jorge Chabat se advierte que el narcotráfico se convirtió en una fuerza real que desafía a los Estados. “Su instrumento favorito es la corrupción, que le permite realizar su negocio con eficiencia”.
Hace un año, en Honduras se difundió un informe en el que se alertaba la infiltración del crimen organizado en las filas policiales. Se detectó agentes que ayudaban a las mafias con información confidencial.
En Ecuador ya ocurrió algo similar. En octubre del 2014, cuatro uniformados fueron capturados en Quito tras un año de investigaciones. En los informes oficiales se denuncia que esos policías “precisaban los lugares donde debía ubicarse la droga para superar los controles”.
Chabat precisa que los carteles no solo pagan dinero para que un policía voltee la vista hacia otro lado cuando pasa el cargamento de droga. También lo hace por información sobre posibles operativos, para eludirlos, y por información sobre “traidores” y sobre actividades de las bandas competidoras.
El catedrático Edwin Merlo considera que las mafias delictivas siempre buscan uniformados con determinados perfiles. Los analizan y aprovechan sus vulnerabilidades.
Pese a la amenaza latente del narcotráfico, el Ministerio del Interior destaca los avances en la confianza en la Policía. Un informe internacional ubica al Ecuador como el segundo país con mayor apoyo ciudadano a su política de seguridad.
Tras el enfrentamiento registrado en Esmeraldas, se conoció que se investiga incluso a altos mandos que operan en la provincia. Lo que se busca es identificar posibles nexos entre grupos del narco y policías.
Hay un antecedente. En septiembre del 2011, el entonces comandante de Esmeraldas fue capturado y acusado de formar parte de una organización del narcotráfico con nexos con el cartel de Sinaloa. En el operativo se decomisó 1,5 toneladas de cocaína en una bodega en Tachina, cerca al aeropuerto de la provincia. En ese mismo sector ocurrió la balacera entre uniformados, el domingo.

El homenaje póstumo
Ayer, agentes de grupos élite ya iniciaron las tareas de inteligencia en las filas policiales. Un primer paso es el análisis de las llamadas de quienes son considerados sospechosos.
Mientras eso ocurría en Esmeraldas, en Ibarra familiares y autoridades despidieron al capitán René Morales, comandante del GOE asesinado en el enfrentamiento. El adiós fue masivo. Compañeros de esa unidad cargaron el féretro con los restos del oficial.
Tres horas antes se desarrolló una ceremonia religiosa en la Catedral, de Ibarra. Allí, como homenaje póstumo, el agente fue ascendido al grado de mayor. Su esposa, Jomaira Herrera, recibió las insignias doradas, la boina negra y la Medalla al Valor, que se entrega a los agentes que mueren durante el ejercicio profesional.
René Morales, padre del capitán fallecido, solicitó que se realice un mayor control dentro de la institución. No quiere que estos sucesos enluten a otras familias en el país.
En contexto
En 2014, la Unidad Antinarcóticos decomisó alrededor de 60 toneladas de droga a escala nacional. Es la cantidad más alta desde el 2009. Ese año, los investigadores confiscaron 68 t. Entre el 2012 y 2014 se han localizado 12 avionetas en el país.
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