El caso de sus sobrinos de Nicolás Maduro declarados culpables de narcotráfico lo salpica a él y a su esposa, Cilia Flores. Foto: Archivo / EL COMERCIO
Un tribunal federal de Nueva York asestó el viernes 18 de noviembre un golpe severo al régimen del cuestionado presidente venezolano Nicolás Maduro.
El jurado falló de forma unánime que Efraín Antonio Campo Flores, de 30 años, y su primo Franqui Francisco Flores de Freitas, de 31, son culpables de conspiración para importar cocaína a Estados Unidos.
Además, que son responsables de conspiración para manufacturar y distribuir cocaína en el país norteamericano. Ambos son sobrinos de la primera dama de Venezuela, Cilia Flores, y de Maduro.
Los dos miembros de la familia presidencial de la República Bolivariana se hallan detenidos sin derecho a una fianza desde noviembre de 2015, cuando fueron aprehendidos en Haití. Y el juicio en su contra se inició formalmente el pasado 7 de noviembre.
Los dos primos viajaron a Puerto Príncipe en un jet privado para recibir allí millones de dólares por organizar el envío de un primer cargamento de droga. Pero fueron arrestados por agentes de la Agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA) que los trasladaron inmediatamente a Nueva York. En el avión, ambos firmaron una confesión.
El juez Paul Crotty de la corte federal del sur de Manhattan, a cargo del caso, fijó como fecha tentativa de la sentencia el 7 de marzo del 2017. La pena mínima es de 10 años de cárcel; la máxima, cadena perpetua.
A la espera del fallo judicial, que podrá ser apelado por la defensa, sobre el tapete quedan las explosivas revelaciones y grabaciones que la Fiscalía sacó a la luz a lo largo del proceso judicial.
Los audios comprometen al propio Maduro. En uno de ellos, que fue presentado por la Fiscalía, uno de los ‘narcosobrinos’ asegura a un testigo protegido de la DEA que tenían la capacidad de sacar drogas de Venezuela gracias al poder de su familia.
Flores de Freitas detalló al testigo que tenían el control del aeropuerto internacional Simón Bolívar de Maiquetía “y sacaban la droga por el hangar presidencial”.
Asimismo, en un chat telefónico mostrado por la Fiscalía al jurado, Campo Flores dice que precisaba hacer el trabajo para aportar dinero a la campaña para las elecciones legislativas de diciembre de 2015 en Venezuela, en las cuales su tía, Cilia Flores, fue reelegida diputada de la Asamblea Nacional.
En el proceso también salió a flote el nombre de Diosdado Cabello, uno de los pesos pesados del chavismo. En efecto, la Fiscalía presentó una conversación grabada el 6 de noviembre de 2015 en Honduras, en la cual se vincularía al número dos del oficialismo y expresidente de la Asamblea Nacional venezolana con el Cartel de los Soles; además, se lo cataloga como el hombre que controla a las FF.AA. venezolanas.
En otra conversación, Campo Flores reveló que el chavismo y el Cartel de los Soles manejan supuestamente el negocio sucio del tráfico de drogas en la República Bolivariana.
El fallo del tribunal no generó hasta el sábado 19 de noviembre una reacción oficial del Gobierno venezolano. En cambio, las redes sociales recogieron opiniones de opositores, como la de Carlos Vecchio, dirigente de Voluntad Popular. Este, desde el exilio, planteó que la Asamblea Nacional -controlada por una mayoría antichavista- interpele a la diputada Cilia Flores. Señaló, además, que “la pareja presidencial debe ser investigada por corrupción”.
Mientras tanto, según abogados familiarizados con el proceso, después del juicio a los ‘narcosobrinos’ la Fiscalía estadounidense con certeza tiene en manos nuevos procesos, esta vez en contra de otros miembros de la familia presidencial y de funcionarios del chavismo.
Operación encubierta
La DEA llevó a cabo una operación encubierta con informantes confidenciales, en Venezuela y Honduras, para atrapar a los dos sobrinos de Cilia Flores y de Nicolás Maduro.
Los abogados de los acusados, de uno de los mejores bufetes de Manhattan y que recibieron unos USD 20 millones por honorarios profesionales, aseguraron durante el juicio que sus clientes fueron víctimas de una trampa tendida por informantes inescrupulosos y mentirosos de la DEA y que son tan “estúpidos” y “novatos” que cayeron en ella.
La Fiscalía aseguró, no obstante, que los sobrinos se creían “tan poderosos” por su cercanía a Maduro que “podían trasladar casi una tonelada de cocaína de un aeropuerto a otro sin ser detenidos”.
Grabaciones de video, fotos y transcripciones de conversaciones telefónicas mostradas al jurado durante el juicio muestran a los acusados negociando el envío de 800 kilos de cocaína de Venezuela a Honduras a cambio de USD 20 millones, y a los informantes diciendo que el destino final de los cargamentos sería EE.UU.
Campo Flores aparece en un video sosteniendo un ladrillo blanco que asegura es cocaína proveniente de la guerrilla colombiana de las FARC. Asegura en otras grabaciones que tiene el control del aeropuerto internacional de Caracas.
“Fueron atrapados con las manos en la masa. Hay evidencia real en sus teléfonos que fueron incautados, en sus confesiones, en las grabaciones” donde Campo Flores dice que puede encontrar cocaína por montones, detalló el fiscal Emil Bové al jurado.
“Al menos durante 13 veces” los acusados escucharon “que las drogas vendrían a EE.UU. Lo hicieron a sabiendas”, señaló el fiscal estadounidense.