El Mercurio Chile, GDA
Sobre Nagasaki, el 9 de agosto de 1945, cayó una bomba atómica. La segunda de la historia. Y mató a 70 000 personas.
Pero cada vez que se recuerda el horror atómico, muchos hablan de Hiroshima y pocos mencionan a este puerto, que sufrió por casualidad el horror hace 64 años: el blanco original no era Nagasaki, sino Niigata, donde llovía y por eso se cambió la misión.
El escenario de Mme. Butterfly
El puerto de Nagasaki es el escenario que inspiró a Giacomo Puccini para retratar la vida de Madame Butterfly, una geisha, y de paso darle una nueva imagen a Japón, que la convirtió sin querer en su ópera nacional.
La historia de la geisha enamorada del teniente Pinkerton, abandonada por él y más tarde destruida por su amor, es una de las óperas más presentadas en el orbe.
Debido a las connotaciones negativas del personaje del teniente Pinkerton, la ópera fue suspendida en EE.UU.durante los años de la Segunda Guerra Mundial.Daisuke Miura tenía meses de vida cuando la bomba atómica explotó sobre el cielo de su ciudad, Nagasaki. Aunque nació en China, poco después de nacer, Miura y su familia su padre se dedicaba a la confección de cajas de municiones para el Ejército japonés volvieron a su país.
El padre de Miura pensaba que la guerra se estaba perdiendo, y decidió que la casa de sus suegros, en Nagasaki, era un lugar más seguro para la familia.
Al contrario de Hiroshima, que es una ciudad relativamente plana, Nagasaki está enclavada entre montañas. Una de esas montañas fue la que protegió a la familia Miura, que vivía en un lugar llamado Toomachi, a 5 km del centro de la ciudad. Pese a la cercanía, no recibieron directamente la onda expansiva.
Miura tuvo una infancia en una ciudad arrasada por una bomba atómica. Dice que durante años pudo ver los cimientos de lo que había sido su escuela. “Había un hombre extraño. A mí me daba miedo. Al salir del colegio siempre estaba en el camino. A veces le hablaba a uno, a veces quería vender algo. Tenía la cara totalmente quemada”.
Las pocas historias que Miura ha escuchado de la bomba provienen de su hermana, quien es cinco años mayor que él: “Eran las 11 y algo de la mañana. Ella estaba a punto de empezar a comer.
Antes de comer, siempre se agradece, se reza. En ese momento, ella vio el relámpago: vino un viento tremendo, rompió todos los vidrios. Y después un humo negro… y después llovió”.
En su familia no perdieron a nadie a causa de la bomba. Muchos amigos sí, ellos tuvieron problemas médicos derivados de la radiactividad.
“De pronto vino un humo negro y después llovió”.
Daisuke Miura. “La experiencia es muy fuerte, entonces la gente no quiere hablar. Nosotros no tuvimos heridas, nada, entonces no preguntamos. Mi papá decía así: cuando asesinan a una persona, el asesino se va preso. En la guerra, cuando matas a mucha gente, te dan una medalla”.
Tras la guerra la ciudad fue reconstruida y modificada. Se construyeron nuevos templos e iglesias católicas: desde el siglo XVI la presencia cristiana era fuerte en la zona, y no dejó de serlo a pesar de la expulsión de los misioneros y la persecución de quienes profesaban la fe cristiana.
Algunos de los escombros fueron dejados intactos en memoria y se levantaron nuevas edificaciones con el mismo objetivo, como el museo de la bomba atómica. Por eso hoy, en Nagasaki quedan pocas señales de la caída de la bomba atómica, que incendió las estructuras de acero y evaporó los árboles.
Está el Parque de la Paz, donde hoy se reunirán los sobrevivientes y muchas otras personas para orar por las víctimas. A las 11:02, hora exacta en que cayó la bomba, las personas inclinarán su cabeza en señal de respeto, como sucede todos los años.
Tres días después de la tragedia en Hiroshima, un bombardero B29 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos – el Bock’s Car- dejó caer su carga de 22 kilotones de TNT sobre la tranquila ciudad.
La explosión convirtió en cenizas la ciudad y mató a más de 70 000 personas inmediatamente y a otras tantas en los días que siguieron al estallido. En esta ciudad, cada año, se llama a la paz, a lograr un siglo XXI sin armas de destrucción masiva.
Sin embargo, estas buenas intenciones chocan con una dura realidad: actualmente existen cerca de 35 000 cabezas nucleares repartidas por el mundo y varios países realizan detonaciones para probar sus arsenales. El poder acumulado es tan grande que solo con una parte de estos armamentos se podría destruir varias veces el planeta.
Tsutomu Yamaguchi es uno de los sobrevivientes. Además, es la única persona que sobrevivió a los dos bombardeos nucleares. A sus 93 años, en marzo fue declarado oficialmente como el primer sobreviviente de ambas bombas lanzadas por EE.UU. sobre Hiroshima y Nagasaki, hacia el final de la II Guerra Mundial.
Tsutomu Yamaguchi ya era oficialmente ‘hibakusha’, o sobreviviente de la radiación, de Nagasaki el 9 de agosto, y en marzo se le reconoce haber estado en Hiroshima, tres días antes.
Según la versión oficial, Yamaguchi estaba en Hiroshima en viaje de negocios cuando fue lanzada la primera bomba. Sufrió quemaduras graves en el torso y pasó la noche en la ciudad. Luego regresó a su casa en Nagasaki justo antes del segundo ataque.