La música fue la acompañante en este emotivo día. En los cementerios de Guayaquil se escucharon las más sentidas melodías en homenaje a la madre en su Día. Con violines, guitarras o con parlantes que amplificaban la música, muchas personas que visitaron los camposantos encontraron en las voces de los cantantes la expresión de sus propios sentimientos.
La mañana se inició con calma en los cementerios, sin una afluencia masiva. Sin embargo, con el pasar de las horas. el número de visitantes aumentó, al igual que la temperatura de la ciudad. La venta de flores y globos fue masiva afuera de estos sitios donde miles de personas acudieron a visitar la última morada de sus seres queridos.
En el cementerio Jardines de la Esperanza, Amado Valenzuela recorrió las tumbas ofreciendo su servicio de cantante a los deudos. Y algunos aceptaban que el hombre de tez morena entonara sus canciones acompañado de su guitarra. Al llegar a la tumba donde estaban Patricia Jaramillo, sus hermanas y su madre, ellas le pidieron que siga con sus canciones.
“Llegué de Suiza hace poco, vine a visitar a mi familia y aprovechamos para visitar la tumba de mi padre, Medardo Jaramillo, que murió hace meses a los 86 años“, comentó Patricia en diálogo con EL COMERCIO mientras acariciaba a su madre, Sara Solís. Este Día de la Madre fue muy especial para ellas pues es la primera vez que no están todos juntos. Pero el recuerdo de don Medardo las une y por eso decidieron compartir en el cementerio, con unas copas de vino y la música del cantante.
Cuando regresó a Ecuador encontró a su madre bien de salud. “Ella tiene 84 años y se mantiene bien. Todos estos detalles hay que darlos en vida. Con mi padre siempre lo quisimos y por eso él se fue tranquilo, rodeado de la familia. Es duro aceptar la muerte, pero vi una película en la que una madre le dice al hijo: ‘la muerte forma parte de la vida”, señaló la mujer, conmovida y al borde del llanto
El camposanto, en sus sedes de Guayaquil y Milagro, tuvo una programación oficial para homenajear a la madre. Se instaló el Muro del Amor, donde los visitantes pudieron escribir sentidos mensajes a sus progenitoras. Además, hubo dos misas campales, serenata en vivo, fuegos pirotécnicos y mariachis.
Historias de madres
En el Cementerio General de la Junta de Beneficencia de Guayaquil (JBG) una cantante y una violinista recibieron a los visitantes. Con canciones como ‘Yo te extrañare’ y ‘Madre’ le rindieron homenaje a las madres y abuelas sepultadas en este lugar. Entre ellos estaba Pablo Valle, quien acudió para visitar la tumba de su madre María Anatolia Arcentales Paraza, fallecida el 26 de mayo de 2005 a los 78 años de edad.
Los recuerdos que mantiene el hombre sobre su madre son de una mujer fuerte, recia, que supo criar a sus siete hijos. uno de los cuales fue asesinado por no dejarse robar. Pablo recuerda que la primera vez que él se emborrachó, tuvo que soportar una fuerte reprimenda de su madre. “Yo tenía 20 años y a pesar de eso ella me castigó“, contó con una sonrisa nostálgica mientras observaba la lápida llena de flores que ya le habían dejado sus hermanos, quienes visitaron antes el lugar.
Ella cumplía años el 1 de mayo. Y en esta fecha la familia siempre visita su tumba. “Venimos y le deseamos un feliz cumpleaños. Siempre la recordamos”,
Sonia Suárez y su esposo, Carlos Pilliza, fueron al Cementerio General para visitar a los abuelos de ella, Francisco Suárez y María Quinto. Ellos la criaron y le dieron sus apellidos, por lo que son como sus padres.
También visiaron la tumba de Olga Ignacia Tobar Castro, fallecida a los 96 años y quien vivió con ellos cerca de 10 años. Por lo tanto fue como una abuela para la pareja, pese a no ser familiares de ella.
“Olguita no tuvo hijos y su familia nunca se preocupó por ella. Por eso la acogimos en nuestra casa y le dimos un hogar”, señaló Carlos. “Murió durante la pandemia y nos tocó hacer todos los trámites en ese periodo tan difícil. Y desde entonces siempre visitamos su tumba”.
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