Los museos sobre la Independencia

Juan Paz y Miño C. Historiador

Algunas personas han comentado estar en desacuerdo con las exhibiciones que se han montado en dos museos: el de las figuras de cera, en el Centro Cultural Metropolitano y el de la revolución quiteña del 10 de Agosto de 1809, en el Edificio Cultural del Bicentenario (antiguo Hospital Militar).

Argumentan que ambos museos presentan la versión “oficial” de la historia, reducen los hechos a la importancia de los próceres y patriotas, fomentan la tradicional visión “heroica” de la Independencia, cultivan un sentido “patriotero” y reducen los escenarios a la participación de las élites quiteñas, descuidando el papel de otras capas sociales e incluso de los contextos bajo los cuales se dieron los acontecimientos.

Esas críticas representan una forma de apreciar las muestras. Pero contrastan con ellas la opinión generalizada de los visitantes nacionales y, sobre todo, de los extranjeros.

En varias oportunidades han podido visitar los museos historiadores provenientes de diversos países. Puedo dar testimonio de que ellos quedaron favorablemente impresionados por los dos museos, calificaron a las exhibiciones como excelentes e incluso consideraron que algo parecido debería hacerse en sus propios países.

También opinaron así algunos de los historiadores que asistieron al Congreso de las Academias Iberoamericanas de la Historia realizado en Quito hace pocas semanas y que pudieron visitar los museos.

El de las figuras de cera evidentemente resalta a personajes importantes de fines de la Colonia y de aquella época heroica que sin duda fue la Independencia. El museo del Bicentenario procura ubicar a los personajes y a los hechos producidos en torno a la revolución del 10 de Agosto de 1809 en los contextos básicos. Recrea los acontecimientos. De manera que ambos museos son, en mucho, complementarios.

Pero deben ser apreciados no solo desde las críticas más académicas, porque hay que considerar que la cultura general de la población  tiene profundas raíces orales y visuales.

Entre nosotros la lectura no es todavía un valor amplio y generalizado, lo cual es preocupante y debiera cambiar a través de múltiples acciones tanto educativas como comunicacionales desde el sector estatal, pero también desde el sector privado, poco comprometido con la cultura y más preocupado por los buenos negocios, a pesar de las contadas excepciones que se pueda señalar.

De manera que presentar acontecimientos históricos de la forma en que lo han hecho los museos del Centro Cultural Metropolitano y del Edificio Bicentenario, es una forma válida de acercar la historia al conocimiento de la ciudadanía. Es lo que se comprueba al escuchar las opiniones de la gente que los visita y sobre todo la de los estudiantes.

Las exhibiciones permiten comprender que los personajes destacados y la revolución del 10 de Agosto de 1809 forman parte de la historia nacional y de la identidad del país. Los acontecimientos de hace 200 años están vivos para las conciencias contemporáneas.

De modo que los museos en referencia, constituyen un poderoso instrumento con el que cuenta la ciudad de Quito para promover la comprensión inmediata del proceso de la Independencia del Ecuador en el Año del Bicentenario.

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