A diferencia de los museos urbanos, el Museo de Tulipe está al aire libre y conecta con la comunidad.
Por senderos rodeados de fauna, flora silvestre y el río Tulipe, el visitante se adentra en el mágico mundo de los yumbos.
A esta comunidad de indígenas se la recuerda por la producción de panela, aguardiente y haber dinamizado el comercio entre Quito y la Costa.
Sus ceremonias religiosas en estructuras de piedra y agua se representan en este museo del noroccidente (ver foto), donde trabajan 15 personas.
Estas estructuras colindan con pequeñas casas y negocios que han crecido junto con el museo. El paradero Los Yucos es uno de ellos. Su propietaria, Cecilia de Lucio, lo abrió hace dos años.
La primera vez, cuenta que hizo guatita para 15 personas pero no llegó nadie, así que su familia comió el platillo día y noche.
Con el tiempo han llegado grupos de 20 y 30 personas los fines de semana y dejaron ingresos por USD 300.
A unos pasos está el restaurante Las Cucardas, cuya afluencia de clientes genera ingresos mensuales por USD 3 000.
Cebiche de palmito, caldo de gallina y tilapia son los platillos estrella de Elba Miño, la dueña.
Hace un año y medio, este barrio también cuenta con la Posada del Yumbo para 30 personas. Pero pese a la promoción que ha hecho, Yolanda Túqueres, propietaria, cuenta que los visitantes no se quedan. En feriados es cuando más gente visita.
Otro negocio que crece es el de artesanías de Santa Elena, que agrupa a 22 productores. Gladys Ocampo es una de ellas y cuenta que usan materia prima de la zona para elaborar vasos, llaveros, lámparas, etc., con madera, mimbre y caña guadúa. María Bucay, en cambio, tiene una tienda, pero los senderos del museo no llegan a su tienda.