Las víctimas en los recientes atentados en Dacca (Bangladesh) y Bagdad (Iraq) parecen recordar al mundo que la amenaza del autoproclamado Estado Islámico (EI) sigue latente. Esto a pesar de los esfuerzos de gobiernos locales y alianzas internacionales de Occidente.
Todo apunta a que estos últimos ataques son la respuesta del grupo terrorista frente a sus pérdidas territoriales de los últimos meses, y a no poder repeler los ataques de las tropas iraquíes, debido principalmente a la gran envergadura de los mismos.
Dos años después de haber proclamado un califato en los territorios bajo su control en Siria y en Iraq, el EI se ve cada vez más acosado por sus enemigos en multitud de frentes.
Pero a pesar de estar a la defensiva en su propio terreno, los yihadistas disponen todavía de capacidad para cometer terribles atentados fuera del califato, ya sea en Francia, Bélgica o Turquía. En este último país, las autoridades sitúan al EI como principal sospechoso del ataque suicida del pasado 28 de junio contra el aeropuerto Atatürk de Estambul, en el cual perecieron 41 personas.
Combate en Siria e Iraq
En Siria, en el último año, el EI ha visto cómo se ha reducido el espacio que domina del 50% al 30% del país, según datos del Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Esta pérdida de terreno se ha producido en los últimos meses por las ofensivas lanzadas por las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza kurdo árabe apoyada por EE.UU., y el Ejército sirio, respaldado por la aviación rusa.
En Iraq, el 29 de junio del 2014, el EI llegó a conquistar más de un tercio del territorio, y cinco días después Abu Bakr al Bagdadi, líder de la organización, apareció para presentarse como “califa”. Pero desde entonces, el grupo también ha perdido un gran número de dirigentes y combatientes en ataques aéreos de la aviación iraquí y de la coalición internacional que está liderada por Estados Unidos.
El jefe del Comité de Seguridad del Consejo de la provincia septentrional de Nínive, Mohamed al Bayati, afirma que los servicios secretos iraquíes han jugado un importante papel, ya que sus agentes han logrado infiltrarse en las filas del EI en varias ciudades que estaban bajo su control y proporcionar información clave.
En varias zonas de Iraq, los yihadistas han sufrido golpes duros en lo que va de año. El más reciente, su expulsión de la ciudad de Faluya el pasado 26 de junio. Se trataba de uno de sus principales y estratégicos baluartes, a tan solo 50 kilómetros al oeste de Bagdad.
Anteriormente, perdió el control de Ramadi, capital de la provincia occidental de Al Anbar, a la que también pertenece Faluya, y otras localidades de esta región.
Lejos del fin definitivo
Hace una semana, el analista iraquí Abdelaziz al Yaburi aseguraba que “actualmente el EI vive sus días más negros en Iraq, exhala sus últimos suspiros después de haber perdido la mayoría de los territorios que controlaba y se encuentra en un posición defensiva, y en permanente retroceso”.
Según el experto, las recientes ofensivas de las fuerzas iraquíes para recuperar el control del norte de la provincia de Saladino (al norte de Bagdad) y el distrito de Al Qayara (al sur de Mosul), serían “el último clavo en el ataúd del EI”.
Pero luego de que el número de fallecidos ataque de la madrugada del domingo en un popular barrio comercial de Bagdad aumentara a al menos 213, -lo que lo convierte en uno de los peores desde la caída de Saddam Hussein en el 2003- puso de nuevo de relieve la incapacidad de las autoridades de instaurar medidas de seguridad eficaces. Del otro lado, que los yihadistas todavía pueden cometer acciones devastadoras en la capital iraquí y, por qué no, fuera de ese país.
El primer ministro Haider Al Abadi, criticado por ser incapaz de proteger a los civiles, anunció la modificación de medidas de seguridad, entre ellas la retirada de los detectores de explosivos considerados ineficaces. También ordenó al Ministerio del Interior que acelere el despliegue de un dispositivo para inspeccionar vehículos en todas las entradas de Bagdad, por donde cada día pasan miles de camiones y coches particulares.
En contexto
El Gobierno de Ecuador expresó ayer su pesar por el atentado cometido el domingo en Bagdad. El atentado “es una tragedia sin nombre”, dijo el canciller Guillaume Long en su cuenta de Twitter, donde expresó sus condolencias “a ese pueblo hermano”.