Sospechoso del atentado en Francia reconoce la decapitación

200 personas se congregaron en las afueras de una mezquita en Francia para condenar los ataques. Foto: AFP.

Yassin Salhi, el sospechoso del atentado en la planta de gas cerca de Lyon, confesó haber decapitado a la única víctima mortal para firmar el ataque y envió un selfie con la cabeza de esta a Siria, conexión que refuerza el contexto de amenaza permanente de ataques yihadistas.
Aunque la fotografía tomada por Yassin Salhi fue enviada a través del servicio de mensajería WhatsApp a un número en Canadá, las autoridades advirtieron de que ese número podría estar conectado con un destinatario ubicado en otro lugar.
Los investigadores están convencidos de que en realidad el receptor final se encontraría en las zonas de Siria y de Irak ocupadas por el grupo Estado Islámico (EI), y creen haber identificado a un yihadista francés presente en las zonas de combate y que se encuentra entre los 473 extremistas franceses en el terreno fichados por París.
Originario de Vesoul, este hombre, llamado Sébastien-Younès, se marchó en noviembre de 2014 a Siria y llegó a Raqa, donde combatiría en las filas del grupo Estado Islámico (EI), según fuentes cercanas al caso.
Aunque ninguna fuente habla de elementos que permitan pensar que Salhi habría viajado a Siria, estaba localizado desde mediados de los años 2000 por los servicios de inteligencia por haberse radicalizado en su ciudad natal de Pontarlier (Doubs, este).
Detenido el viernes 26 de junio en el lugar del ataque, una planta de gas industrial cerca de la ciudad de Lyon (centroeste), empezó a hablar a los investigadores el sábado por la noche tras haber mantenido silencio desde su arresto.
Confesó el asesinato de su jefe, Hervé Cornara, de 54 años, según fuentes cercanas al caso. Por la tarde del domingo, fue llevado a su domicilio de Saint-Priest, cerca de Lyon, para recuperar su pasaporte. Después fue trasladado a región parisina, a la subdirección antiterrorista de la policía judicial (SDAT).
La prisión preventiva para Salhi, que empezó el viernes por la noche en Lyon, puede durar hasta 96 horas antes de que pase a disposición judicial. En cuanto a su esposa y su hermana, que habían sido detenidas, fueron liberadas el domingo.
Los primeros resultados de la autopsia de la víctima, Hervé Cornara, no han permitido determinar las causas exactas de la muerte ni tampoco si estaba muerto cuando fue decapitado. Se van a realizar nuevos exámenes.
La cabeza apareció colgada una verja del recinto donde tuvo lugar el atentado, una fábrica de gas industrial en Saint-Quentin-Fallavier, a unos treinta kilómetros de Lyon.
La cabeza estaba rodeada de banderas con mensajes religiosos islámicos, un modus operandi similar al del EI. Salhi, de 35 años y padre de tres hijos, se presentó el viernes con una camioneta ante la fábrica de la compañía estadounidense Air Products.
Luego lanzó su vehículo contra un hangar, provocando una explosión que no dejó heridos. Después de esa primera explosión, Yassin Salhi fue rápidamente detenido por los bomberos cuando, al parecer, intentaba provocar una segunda explosión.
El sospechoso explicó a los investigadores que había matado a su superior en un párking cuando acudía al lugar donde se perpetró el atentado. Dos días antes, Salhi había tenido una discusión de tipo profesional con su víctima y el tono subió después de que el empleado tirara al suelo material informático.
Unas 200 personas se congregaron el viernes por la tarde ante la mezquita de Villefontaine (Isère) para "condenar el atentado diabólico de Saint-Quentin-Fallavier, a pocos kilómetros de allí. "Esa gente son terroristas que han traicionado el mensaje esencial del islam", aseguró Azzedine Gaci, rector de la mezquita de Villeurbanne (Rhône). "No les permitamos dividirnos".
Horas antes, el primer ministro francés, Manuel Valls, aseguró que su país vive "bajo una amenaza terrorista muy importante" y que el combate contra el yihadismo "será largo".
"Este combate será largo" y "no se pueden exigir resultados inmediatamente", apuntó. Las autoridades francesas han reforzado la vigilancia -con el denominado plan Vigipirate- en la región de Lyon, donde hay numerosas plantas químicas y tres centrales nucleares.