La violencia creciente en México desde hace más de siete años ha devastado sicológicamente a un amplio sector de la población, víctima de traumas que según expertos representan un problema de salud pública en el país similar al que vivió Colombia hace 20 años.
Ignacio Jarero, fundador y presidente de la Asociación Mexicana para Ayuda Mental en Crisis, estimó que si las víctimas de la violencia no son atendidas sicológicamente de forma adecuada “puede llegar a desarrollar” lo que se conoce como “trastorno por estrés postraumático”.
“La sintomatología de este síndrome es muy dolorosa y está asociada al sobresalto y miedo a salir, situación que afecta a sus seres queridos directamente y a la familia, que es el núcleo del tejido social”, alertó.
El psicólogo Oscar Galicia, de la Universidad Iberoamericana (UI), uno de los principales ateneos privados de México, advirtió que el comportamiento de las personas en este ambiente de violencia “se enfoca en la idea de la supervivencia”, borrando la gama de sentimientos que caracterizan a los seres humanos.
“Las personas sienten que no pueden hacer nada para cambiar una situación. Ya no son capaces ni siquiera de enojarse”, afirmó el experto.
“Ya aceptaron incluso su propia muerte, ya están preparadas para eso”, expuso el experto en neurociencias de la conducta, quien señaló que “en un ambiente de este tipo es muy difícil hacer las cosas que mejor definen al ser humano como tal, es decir, amar, compartir, razonar, perdonar”.
Según el especialista, las personas que viven en zonas con altos índices de homicidios, violaciones y otros crímenes experimentan lo que se conoce como “indefensión aprendida”, que aparece inclusive en los animales.
Por su parte, Ignacio Jarero, que imparte el seminario ‘Autocuidados psicoemocionales para personas que atienden a víctimas del delito y la violencia’, señaló que el tema “no se ha estudiado a fondo porque es un fenómeno que apenas estamos viviendo en México”. “No hay estudios de cómo va a repercutir en la siguiente generación”, dijo el experto, quien estimó que sería interesante “abordar sociológicamente en varias comunidades cómo está impactando el trauma psicológico”.
Integrante del Centro Internacional de Psicotraumatología, el experto sugirió pensar “en los familiares de los miembros del crimen organizado, porque en la mayoría de los casos la esposa y los hijos son víctimas directas de esos individuos, quienes los golpean y maltratan”. Cuando estos delincuentes mueren, en lugar de llorarles sus parientes “suelen dar gracias a Dios porque era un infierno vivir” con ellos, señaló.
La espiral de violencia que afecta al país desde 2007, cuando el entonces presidente Felipe Calderón lanzó su ofensiva contra las bandas del crimen con apoyo de las Fuerzas Armadas, arroja cifras escalofriantes: más de 100 000 muertos, unos 27 000 desaparecidos y alrededor de 250 000 desplazados, según cifras oficiales e independientes.
Las estadísticas dejan de lado a los huérfanos, las viudas, las personas traumatizadas sicológicamente y las que sufren el llamado “síndrome de estrés postraumático”, similar al que afectó a los excombatientes de la Guerra de Vietnam en Estados Unidos, coinciden los especialistas.