Apenas uno termina ‘Ecce comu’, el breve libro de artículos y observaciones políticas del filósofo italiano Gianni Vattimo, no se puede reprimir las ganas de preguntar (se): ¿Pero estará hablando en serio?
Y la respuesta es sí, está hablando muy en serio. No hay que dejarse engañar por la sonrisa con que responde cuando, finalmente, se tiene la ocasión de preguntárselo. Todo es en serio.
Para él, el comunismo es la mejor forma, la más lúcida, la única que él ha encontrado en Italia, de resistir a la visión política unívoca impuesta por Estados Unidos luego de la caída del muro de Berlín. Ha escrito este libro para sostener esa postura suya, esa manera furibunda y -a veces- divertida, de molestar al Tío Sam.
Pero -pongámonos de acuerdo- el comunismo de Vattimo es un poco peculiar. Descree, por ejemplo, de uno de los dogmas mejor guardados del marxismo clásico: el sustrato científico de la economía política, pues el filósofo, ícono de la lucha por los derechos de los homosexuales, cree que en el seno de la convivencia humana no deben buscarse verdades objetivas sino, más bien, una “capacidad de escuchar” y un “respeto a la libertad”.
Un comunismo que funciona más como un sueño que como un manifiesto. Es que Vattimo ha demostrado sobradamente su habilidad para hacer coincidir, en carne propia, aspectos que parecerían irreconciliables: él es un homosexual, cristiano y comunista.
Pero no siempre lo fue, al menos no lo último. Antes fue elegido como parlamentario europeo por un partido de izquierda más bien moderada llamado DS (Democratici di Sinistra) cuyo carné de afiliación rompió cuando se dio cuenta de que se estaban echando demasiado hacia el centro, es decir desde que toleraron el apoyo militar del gobierno italiano a la invasión estadounidense en Iraq y Afganistán.
No hay que olvidar que Vattimo contribuyó a jubilar, a fines de los ochenta, los discursos rígidos de la modernidad (con su objetividad, con su confianza en las leyes “naturales” del mundo y de la sociedad) a través de su famosa teoría del pensamiento débil.
No se sabe qué pensarán los comunistas italianos sobre el comunismo de nuevo cuño del profesor Vattimo, pero hay que suponer que estarán contentos porque no le pusieron trabas para ingresar en las filas del PdCI (Partito dei Comunisti Italiani), desde el cual ahora lanza sus proclamas en pos de la formación de un bloque unificado (¿fuerte?) de países no alineados en contra de la hegemonía económica de los EE. UU..
Ese es el mensaje que vino a transmitir el jueves pasado en la Universidad Andina bajo la forma de una conferencia titulada América Latina como futuro de la nueva Europa. Un guiño intelectual de alguien que ha concebido un “comunismo libertario” sobre la base de “una concepción hermenéutica de la sociedad”.
O sea, en cristiano, alguien que comprende que el ideal del comunismo no es más que una interpretación, una idea que aspira mostrar que “las razones en conflicto no son una razón contra un error, sino interpretaciones contra otras interpretaciones (intereses contra otros intereses)”.