Estudiantes con morteros caseros hacen guardia detrás de escudos improvisados y barricadas en la Universidad Nacional (UNAN), ocupada por manifestantes durante más de un mes, en Managua. Foto: AFP
Desde el día en que M.M. cambió sus libros por morteros caseros y se unió a los manifestantes que protestan contra el gobierno de Nicaragua, supo que tendría que abandonar su casa.
“Si voy a mi casa soy hombre muerto”, dijo en el campus de la Universidad Nacional de Nicaragua, actualmente ocupada por cientos de estudiantes organizados contra el presidente izquierdista Daniel Ortega.
“Mi padre es sandinista, es un admirador de esa ideología. Hemos roto todo contacto”, señaló este joven de 25 años y padre de un niño al referirse al partido de Ortega que tomó el poder en 1979 tras la revolución guerrillera que derrocó a la dictadura de Somoza.
“Somos muchos aquí en la universidad; estamos más a salvo aquí que en la calle”, dijo M.M., enmascarado con un pasamontañas negro y con evidentes signos de agotamiento en su voz.
Desde hace seis semanas M.M., quien emplea un seudónimo por razones de seguridad, ha estado viviendo en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), uno de los tantos campus estudiantiles ocupados por manifestantes en Managua donde botellas vacías, restos de alimentos y municiones usadas en morteros de fabricación casera están esparcidos por el suelo.
Mientras el país centroamericano es afectado por la bochornosa estación de lluvias tropicales, aproximadamente unos 450 estudiantes que viven aquí tienen como albergue tiendas de lona plástica, camas de madera, delgados colchones, bolsas de dormir o hamacas que cuelgan entre exhuberantes árboles, mientras otros buscan refugio en los salones de clase.
Hacia las 09:00 de la mañana, muchos aún continúan durmiendo tras una caótica noche que tuvo a la capital de Nicaragua sumida una vez más en la violencia, con disparos de armas de fuego y ráfagas de mortero que resonaron por todas partes.
Pero M.M.está despierto, bebiendo a sorbos un café instantáneo y custodiando una de las varias puertas bloqueadas para evitar que se infiltren los simpatizantes de Ortega.
– ‘Ley de la selva’ –
El estudiante recuerda cuando las calles de Managua estaban llenas de vida, con gente compartiendo alimentos, saliendo a pasear, de compras o frecuentando clubes que hoy en su mayoría permanecen cerrados.
Desde el 18 de abril, cuando las manifestaciones contra una reforma del sistema de pensiones estallaron en actos de violencia y los estudiantes encabezaron un movimiento exigiendo la renuncia de Ortega, ya no reconoce a su antigua ciudad.
“Esto es un verdadero desierto”, dice sobre Managua, donde un virtual toque de queda rige desde que se pone el sol a las seis de la tarde debido a que grupos paramilitares armados toman las calles y lanzan ataques indiscriminados.
La capital vive esencialmente bajo “la ley de la selva; la ley del más fuerte” , dice M.M.
“Farsa” de negociaciones
Pero su país está viviendo “un momento histórico”, enfatiza, pareciendo estar al borde del caos total mientras que Ortega muestra pocos signos de aflojar su puño pese a las manifestaciones, en las cuales han muerto al menos 152 personas en casi dos meses.
M.M. se burla de la perspectiva de lo que él denomina una “farsa” de negociación, con la cual la jerarquía católica del país espera el viernes poder revivir una mesa de diálogo entre el gobierno y representantes de los movimientos opositores.
“Este gobierno no quiere negociar; ellos no quieren la paz”, afirma, mientras un cuervo picotea restos de arroz y frijoles, algunas de las provisiones que los estudiantes reciben de donantes que simpatizan con su causa.
El Presidente y sus simpatizantes “ hablan sobre la paz, pero lo que ellos dan son balas”, sentenció.
“Ellos han prácticamente destruido el país. Destruyeron en 40 días lo que nos ha costado recuperar” durante décadas, subrayó.
Ortega, de 72 años, tomó el poder como líder de una junta comunista instalada luego de la revolución, que retuvo ese poder por más de 40 años. Reelegido en 2007, el presidente está actualmente cumpliendo su tercer mandato consecutivo, que termina en 2022.
“Reconstruir la historia”
Muchos de los que se oponen a Ortega dicen que hay que removerlo en las próximas elecciones, pero M.M. advierte que eso es una batalla perdida.
“Daniel Ortega nunca va adelantar las elecciones”, señala. “Uno puede no admirarlo, pero se debe reconocer que es un gran estratega político”.
“Pienso que vamos al punto…donde será necesario tomar las armas, y si es posible derrocar al gobierno”, añadió.
Él, como muchos nicaragüenses, no tiene una alternativa política en mente: “Estamos luchando por una causa justa. No estamos luchando por ningún partido político”.
“Estamos luchando porque estamos hartos con Ortega”, precisó.
Otros estudiantes comienzan a despertarse, restregándose los ojos y tropezándose para llegar hasta la tienda central y tomar un plato caliente de huevos revueltos.
Una joven mujer sostiene en sus manos un puñado de casquillos de bala, los cuales los estudiantes afirman que los paramiliares han disparado hacia el campus para obligarlos a retirarse.
Pero eso no nos detendrá, dice M.M.
No hasta que los estudiantes puedan “reescribir la historia”, afirma. “Crear un partido con nuevas bases que no estén tan distorsionadas”. “Para mover este país hacia adelante”.