Ayer se inauguró en Madrid la Liga de Fútbol Alianza Ecuatoriana, una de las más grandes y antiguas de los compatriotas en España. 1400 deportistas reunidos en 70 equipos – 58 de hombres y 12 de mujeres- acudieron al parque Lineal Manzanares, al sur de la capital española, para dar inicio a un campeonato con nueve años de historia.
Lo que fue concebido como un espacio para unir a los ecuatorianos se ha convertido en un lugar integrador en el que existe espacio para todos los colectivos latinoamericanos; también para los marroquíes, senegaleses y españoles. Por ejemplo, el conjunto Esparto está conformado en su totalidad por nativos.
“Aquí las puertas no están cerradas para nadie”, dice el presidente de la Liga Rafael Pilaquibay, oriundo de Quito, con 15 años en España. Aunque reconoce que los torneos de compatriotas en el país ibérico se han ido configurando como una seña de identidad ecuatoriana, cree que la tendencia es hacia la apertura. Ahora -dice- son más bien lugares de identidad latinoamericana y “poco a poco se irán abriendo más”, señala.
Que lo diga Raquel Parra, una madrileña de 38 años, que juega en el Club Internacional, uno del los 12 equipos femeninos de la Alianza Ecuatoriana. Recorrió sin suerte canchas y parques de su ciudad en busca de un conjunto para jugar al fútbol. “En Madrid no hay casi ligas de fútbol femenino, al menos no encontré ninguna; las mujeres latinas son más activas”, señala. Una amiga ecuatoriana le acercó a este campeonato y confiesa que no puede estar más contenta. “Al principio pensé que no me iba a integrar al haber tan pocos españoles, pero me tratan muy bien, soy una más”, dice esta teleoperadora que ha probado ya el ceviche y el hornado que se venden en las canchas los domingos.
El primer equipo en desfilar fue el Vasco da Gama. Martha Uzhca juega en él desde su fundación en Ambato, hace 22 años. Cuando emigró a Madrid quiso formar un Vasco da Gama inmigrante y lo logró. Tiene una andadura de ocho años y se ha ido renovando con el paso del tiempo. Lo conforman 22 chicas ecuatorianas y una paraguaya. “Al venir aquí nos sentimos ecuatorianas, pero sobre todo latinas”, dice Martha, mejor portera de la Liga durante seis años consecutivos.
La madrina del equipo disiente. Jennifer Ávila nació en Macas, pero vino a España con tres años. Tiene 16 y se siente una española con sangre ecuatoriana. Lo dice con acento totalmente ibérico: “mi madre habla un poco ecuatoriano”, bromea.
El sol pega con fuerza en esta tarde de septiembre. Las caras enrojecidas de jugadores y madrinas dan cuenta del bochorno veraniego. Rafael Pilaquibay salta de un lado a otro, da órdenes, intenta que todo salga de acuerdo al plan. Primero, el desfile a paso lento de los equipos. Punto dos, el Himno Nacional del Ecuador. Participantes y asistentes sacan sus mejores voces, algunos se llevan la mano al pecho.
Después, una particular versión con letra del Himno español, el cual carece oficialmente de lírica. Los jugadores autóctonos se miran unos a otros, alguno ríe. En la tribuna los familiares de los deportistas se cubren del sol con sendos paraguas, toman helados y fotos y aplauden al paso de los suyos. Doña Rosa se ubica en la puerta del recinto para vender ceviche, hornado y arroz con menestra. Espera con paciencia porque la mejor venta “se da a la salida, cuando la gente ya se va a su casa”, asegura.
“Esto parece Ecuador, por eso nos gusta venir”, dice el cuencano Ángel Granizo, director técnico del Unión Familiar, sin darse cuenta que ha definido con la mejor frase posible el espíritu de las ligas ecuatorianas en España. Dice que los vestidores son centros de charlas, preguntas y confesiones. Hablan de si será bueno volver a su país, los que están desempleados se desahogan, los que tienen trabajos precarios y agotadores se desestresan. Cuentan cachos, comen comida típica y de vez en cuando hay nostalgia al hablar de barrios, montañas y familia.
Ya se han elegido los mejores uniformes y a las madrinas más guapas. La paraguaya Lourdes Figueredo es la nueva reina de la Liga Alianza Ecuatoriana.
La puesta en escena impecable de equipos acicalados en la cancha se resquebraja poco a poco. El sol se ha vuelto insoportable. Cada uno busca como puede la mejor sombra. El presidente de la Liga no descansa. Ahora busca a los árbitros que deben pitar el primer partido. Entre medias, se da tiempo para responder a esta periodista. “Esta liga es una hermandad”, alcanza a decir.