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Los océanos son la sangre de la Tierra, y el plancton los glóbulos rojos. La presencia de estos organismos ha disminuido más de 40 por ciento desde 1950, especialmente debido al cambio climático.
“El fitoplancton es una parte fundamental de nuestro sistema de apoyo a la vida planetaria. Produce la mitad del oxígeno que respiramos, absorbe dióxido de carbono (CO2) y mantiene a todos nuestros peces”, explicó Boris Worm, de la Universidad de Dalhousie, en Canadá, y experto en océanos.
“Un océano con menos fitoplancton funcionará en forma diferente”, señaló Worm, coautor de un nuevo estudio sobre el tema.
“El plancton es equivalente al pasto, a los árboles y a otras plantas en la Tierra”, explicó el oceanógrafo Marlon Lewis, coautor del informe.
El cambio climático está calentando los océanos a un promedio de unos 0,2 grados centígrados por década. El agua más caliente tiene menos nutrientes y, por ser liviana, tiende a colocarse cerca de la superficie, sobre la más fría.
Esta estratificación del océano es un problema para el plancton, que necesita de la luz y solo sobrevive en los primeros 100 ó 200 metros de profundidad.
El plancton se queda sin nutrientes para alimentarse, a menos que las aguas más frías y profundas se mezclen con las que están en la superficie.
El fitoplancton es un conjunto de pequeños organismos vegetales y animales que viven cerca de la superficie de los océanos y son la base alimenticia de muchos peces.
Probablemente es el grupo de organismos que más trabajan en todo el planeta. No solo se alimentan de casi todo lo que vive en los océanos, sino que absorben y atrapan el CO2 de la atmósfera.
Además, desprenden dimetil sulfuro, químico que flota en la superficie del océano y se evapora para contribuir a la formación de nubes.
Sin el plancton, la Tierra sería un lugar muy diferente.
Worm, Lewis y su colega Daniel Boyce concluyeron que la mayor parte de la disminución del fitoplancton ocurrió en regiones polares, regiones tropicales y en océanos abiertos.
También constataron una directa correlación entre las crecientes temperaturas de la superficie y la disminución del fitoplancton en la mayor parte del planeta, sobre todo cerca del ecuador.
Además de la disminución del plancton, se observó una caída en el número de especies en aguas tropicales y un aumento en las aguas templadas. Como en la superficie terrestre, ciertas especies marinas son muy sensibles a la temperatura y se trasladan si la región en la que habitan se vuelve muy caliente.
Otro importante cambio constatado en los océanos es el drástico incremento en el número y tamaño de zonas muertas, es decir, áreas con muy poco oxígeno para que haya vida. Los vertidos de fertilizantes y aguas servidas permiten un gran crecimiento del plancton, que sin embargo muere rápidamente y es consumido por bacterias que agotan el oxígeno.
El Golfo de México tiene una zona muerta de 22 000 kilómetros cuadrados cada primavera boreal, debido a la escorrentía del río Misisipi.
La estratificación marina, cuando el agua más caliente se ubica por sobre la más fría, rica en nutrientes, también crea zonas muertas y disminuye el surgimiento de plancton, dijo Worm.
Esas zonas muertas eran raras hace 40 años, pero ahora suman varios cientos. Si no hay una acción urgente, el cambio climático continuará recalentando los océanos, incrementando la estratificación y produciendo más y mayores zonas muertas con un gran impacto en la pesca, alertó un estudio del 2009 en Nature Geoscience.
Tomará miles de años para que los océanos se enfríen, por lo cual es imperativo accionar un freno de emergencia para detener las emisiones que causan el recalentamiento planetario.
Los expertos también alertaron sobre la creciente acidificación del agua marina por causa de las liberaciones de CO2.
Cada día, los océanos absorben 30 millones de toneladas de dióxido de carbono, lo que inevitablemente aumenta su acidez y reduce la cantidad de carbonato de calcio que necesitan algunos tipos de plancton y otras especies para formar sus caparazones y esqueletos.
No hay controversia sobre esta química básica. El único debate gira en torno al grado y al tiempo del impacto. Una reciente investigación en el Ártico sugiere que dentro de 10 años varias partes de ese océano serán demasiado ácidas para la supervivencia de la mayoría de las especies.
La única forma de reducir la acidificación de los océanos es a través de reducciones sustanciales de las emisiones de CO2.
La investigación presenta una imagen perturbadora, y alerta la inminencia de una “fundamental e irreversible transfor-mación ecológica” no vista en millones de años.