El famoso barrio de Copacabana, en Río de Janeiro, despertó hoy, 23 de abril, en medio de la tensión provocada por los violentos enfrentamientos registrados anoche entre policías y habitantes de las favelas Pavao-Pavaozinho, que terminaron con la muerte de un hombre de 27 años, por un balazo en la cabeza.
La protesta estalló a raíz de la muerte de un bailarín de 26 años, Douglas da Silva Pereira, cuyo cuerpo sin vida fue hallado este martes en una guardería de niños de la comunidad, un día después de un enfrentamiento armado entre policías y supuestos delincuentes.
La policía niega hasta ahora cualquier responsabilidad en la muerte de Silva Pereira. Pero la madre del muchacho, la enfermera Maria de Fátima Silva, sostuvo que su hijo fue “torturado hasta la muerte por la policía de pacificación”, en una referencia a los agentes que ocupan la comunidad en el marco del programa de Unidad de Policía Pacificadora (UPP).
“La UPP es una farsa, una mentira”, sostuvo la mujer de 56 años, al aludir al programa creado en 2007 por la gobernación de Río para expulsar a narcotraficantes que controlan las favelas de la ciudad que el 13 de julio recibirá la final del Mundial en su mítico estadio Maracaná.
En la noche de este martes, la policía carioca anunció que Silva Pereira se habría muerto al caer cuando buscaba saltar el muro de la guardería, donde intentaba refugiarse de un tiroteo entre agentes y supuestos narcotraficantes. Esta versión, sin embargo, fue desmentida enseguida por el fallo forense del estatal Instituto Médico-Legal, que apuntó que la muerte del bailarín se debió a una perforación del tórax -probablemente causada por un disparo- que provocó hemorragia y edema agudo de pulmón.
Durante las protestas que se siguieron al hallazgo del cuerpo del bailarín, un hombre resultó herido de un balazo en la cabeza, y falleció cuando era transportado al hospital.
La violencia en una de las áreas más ricas y turísticas de Río reavivó el temor de los brasileños a la repercusión internacional del caso en el exterior y sus efectos sobre la imagen del país anfitrión del Mundial. Ante el temor a nuevas protestas, efectivos de la policía militarizada fueron movilizados para reforzar la vigilancia en la región vecina a Pavao-Pavaozinho.