El soldado que se negó a rendirse falleció

Esta imagen, tomada el 11 de marzo de 1974, muestra a Hiroo Onoda en la selva de Filipinas. JIJI PRESS / AFP

El ex teniente japonés, Hiroo Onoda, que vivió escondido en la selva de Filipinas durante tres décadas sin saber que la Segunda Guerra Mundial había terminado, falleció en Tokio a los 91 años.
Onoda, que llevaba hospitalizado desde principios de mes, sorprendió a Japón con su inesperada aparición en 1974, cuando finalmente decidió abandonar su misión en la jungla y volver a su país.
El ex teniente del Ejército Imperial nipón fue enviado en 1944 como oficial de inteligencia a la isla filipina de Lubang, donde permaneció escondido los 29 años posteriores sin saber que el conflicto bélico había terminado y que Japón se había rendido.
Onada llegó a los 22 años a esa isla de Filipinas con la misión de introducirse en las líneas enemigas, llevar a cabo operaciones de vigilancia y sobrevivir de manera independiente hasta que recibiera nuevas órdenes, lo que hizo exactamente durante tres décadas.
Durante este tiempo Hiroo Onoda emprendió una guerrilla contra las tropas estadounidenses en la isla de Lubang, cerca de Luzón.
Tras la rendición de Japón en 1945, el soldado siguió sirviendo a su país en la jungla, convencido de que la guerra se seguía luchando.
Durante sus largos años en la selva de Lubang vivió de plátanos, mangos y el ganado que conseguía matar, escondiéndose de la Policía filipina y de las expediciones de japoneses que fueron en su búsqueda, a los que confundía con espías enemigos.
En esos años se le lanzaron octavillas desde aviones y se realizaron otros esfuerzos sin éxito para convencerlo de que el Ejército Imperial había sido derrotado. Fue necesaria la visita de quien fuera su comandante para que Onoda pusiera punto final a su guerra personal. Eso ocurrió en marzo de 1974. Onoda, que entonces tenía 52 años, recibió finalmente de un antiguo superior que se desplazó hasta la isla las instrucciones de que quedaba liberado de todas sus responsabilidades.
Onoda fue el penúltimo de muchos de los apodados 'holdouts' repartidos por varios países del sudeste de Asia, hombres que simbolizaron la asombrosa y absoluta perseverancia de quienes fueron llamados a luchar por su emperador. Onoda sobrevivió, con otros tres compañeros, a bombardeos y ataques de las tropas estadounidenses y sus aliados. Al tanto de la derrota de Japón, uno de los soldados dejó el grupo en 1949 y se entregó voluntariamente.
La diplomacia japonesa le informó de lo que había pasado, pero él decidió comenzar a moverse en la recuperación de los sobrevivientes. Sin embargo, los otros dos compañeros murieron tras enfrentamientos armados con los habitantes de la isla, dejando a Onoda como único superviviente.
Su existencia en Filipinas era conocida de vieja data. Tokio y Manila buscaron afanosamente a los dos soldados restantes en los años siguientes, pero en 1959 ya los dieron por muertos.
Este incidente conmocionó a Japón, por lo que se decidió llevar a Lubang a miembros de su familia con la esperanza de convencerlo de que las hostilidades habían terminado hacía mucho tiempo. Onoda explicaría después que había creído que los intentos por convencerlo eran obra de un régimen títere instalado en Tokio por Estados Unidos.
Vivió en Brasil
Regresó a Japón en 1984 y dijo que deseaba morir en su tierra. Pero luego se mudó a Brasil, donde se casó y gestionó con éxito una granja. En 1989, de vuelta en Japón, puso en marcha un campamento itinerante para jóvenes en los que impartía cursos sobre la vida en la naturaleza. El dedicado y leal ex teniente relató su increíble aventura en el libro 'No rendición: mi guerra de 30 años'.
El teniente Onoda fue el penúltimo soldado nipón de la Segunda Guerra Mundial en rendirse, siete meses más tarde lo hizo el postrero, Teruo Nakamura, de origen taiwanés, enrolado en el Ejército de Japón que ocupaba China en 1943. Este murió en 1979, con casi 60 años de edad.
Según reveló ayer su familia, Onoda falleció la noche del jueves en un hospital de la capital nipona por un problema de corazón, tras permanecer enfermo desde finales del año pasado, informó la agencia Kyodo.
El emblemático combatiente nipón había ingresado al centro de salud el 6 de enero como consecuencia de la insuficiencia cardíaca.