Miguel Rivadeneira, periodista que comenzó a trabajar en 1976, en una radio capitalina (Radio Tarqui), al comparar la cobertura periodística en la Casa Blanca y en Carondelet señala que allá hay estabilidad en el trabajo periodístico, en cambio, acá hay inestabilidad.
Sostiene que “curiosamente”, sin que esté de acuerdo con un régimen militar, en la última dictadura (1972-1978) hubo en general apertura y un trato respetuoso hacia los periodistas, “lo que no ha sucedido con algunas administraciones del régimen democrático desde 1979”.
En los últimos años, dice, la característica ha sido la falta de políticas de comunicación, lo cual ha impedido que haya facilidades para la cobertura periodística.
Rivadeneira, actual director de Radio Quito y ex editor de EL COMERCIO, también recuerda que antes había facilidades para las llamadas periodísticas internacionales, lo cual permitía obtener entrevistas a presidentes o altos funcionarios de organismos internacionales, lo que ahora ya no existe. Por ejemplo, dice, logró entrevistar, vía telefónica, en 1979, a la presidenta de la Junta de Gobierno de Nicaragua, Violeta Barrios viuda de Chamorro.
De hecho, periodistas que cubren actualmente Carondelet se quejan de la falta de información sobre las actividades del Presidente de la República, de las decisiones de que toman. “Hay mucha limitación”, afirma Vinicio Basantes, reportero de una radio de Riobamba que frecuenta Palacio desde mediados de los años ochenta. Además, refiere que ni siquiera hay servicio de Internet en la Sala de Prensa.
Otro periodista, Alfredo Rivas, corresponsal de un diario de Manabí, cuenta que tiene dificultades para cumplir con su trabajo, pues difícilmente tiene acceso a las informaciones que se generan en Carondelet y que están relacionadas con esa provincia.
Otro asunto que se da en Palacio es que los periodistas tienen que “cazar” a los funcionarios, de dentro y fuera del Gobierno, cuando entran o salen para obtener información. Esto, porque no hay una coordinación para que den una declaración de prensa formal.
Testimonios
Jorge Ribadeneira/Periodista
Fue un honor cubrir el Palacio
Yo cubrí la Presidencia de la República en 1967 en el período de Otto Arosemena, quien fue singularmente atento y aun amistoso con los periodistas.
Seguí con esa cubertura en 1968 -hasta 1970-, cuando llegó para su quinto período el doctor Velasco Ibarra, personaje político polémico, pero muy interesante.
Velasco Ibarra fue variable con la prensa y los periodistas. Era respetuoso. Con cierta frecuencia daba “conferencias de prensa” para todos los que cubrían el Palacio de Carondelet, que no solo eran de periódicos sino de radios. Es decir bastantes. Él convocó en varias oportunidades solo a dos periodistas y periódicos: Carlos H. Endara y a mí, de El Universo y EL COMERCIO, motivando la protesta del resto. “Toman bien mis declaraciones”, decía. El doctor Velasco Ibarra era muy cortés, muy atento, pero no se hacía amigo de los periodistas, no era amistoso con la prensa.
Milton Salvador/Periodista
El trabajo se lo hacía en grupo
Los jefes de Redacción cubrían la Presidencia. Ellos iban a buscar la noticia y regresaban a sus oficinas a redactarlas y ellos mismos se corregían. Eran los periodistas natos en Palacio. Alfredo Llerena, Rafael Borja y Humberto Silva eran los jefes de los tres diarios más importantes del país: EL COMERCIO, El Universo y El Telégrafo, respectivamente.
La Sala de Prensa era un cuarto pequeño con una mesa grande, allí esperábamos la información o una entrevista. El Secretario de la Administración daba la información a la prensa, diariamente, a las 11:00 y a las 17:00. El Presidente no daba declaraciones, como ahora, en las gradas, saliendo o subiendo del carro, o en un recorrido por las calles. El trabajo era en grupo, ninguno se adelantaba para conseguir información.
No habían boletines de prensa, había que tener el contacto directo con las fuentes. No teníamos grabadoras, todo era a mano.