Rolón como buen psicólogo convive con la angustia

El País de Uruguay,

GDA

Gabriel Rolón reparte su vida entre pacientes, música y el mundo mediático. Y ahora también vuelve a pisar fuerte como escritor. De cantante y guitarrero, a psicoanalista televisivo, a pensador y humorista radial, a novelista. Los Padecientes es su tercer libro y primera novela.

Antes publicó Historias de diván (Planeta, 2007) y Palabras cruzadas (Planeta, 2009), textos en los que presenta varios casos clínicos tratados por él. Hoy confiesa que, además de sus pacientes, lo único que no podría abandonar es la escritura. “Puede que un día las editoriales no publiquen más. Voy a seguir escribiendo. Es algo que necesito”.

¿Qué puntos de contacto tiene con Pablo, el protagonista de su última novela?

En lo que tiene que ver con lo profesional compartimos un esquema, una manera de pensar y analizar las cosas. Hay algo en que nos parecemos todos los analistas: sentimos atracción por la angustia. Nos urge hacer algo por ese dolor. Esto no le pasa a todos los psicólogos. Los analistas tenemos una relación particular con la angustia que es diferente a la de un sintético o un gestáltico.

¿Qué lo diferencia de Pablo?

Él es una persona más oscura. Incluso se deja intuir algo perverso en su personalidad, sobre todo en lo que tiene que ver con sus relaciones afectivas. Nuestras personalidades son distintas. Elegí a un protagonista psicoanalista más que nada para que yo pueda pensar como él y de esta manera construir un relato creíble. Si Pablo fuera abogado me hubiera costado reproducir sus pensamientos.

Él tiene diferencias con lo académico, ¿a usted le pasa lo mismo?

Más que diferencias, tengo una distancia. No pertenezco a ninguna institución analítica. Por ahí no soy parte de ese ámbito porque elegí esta vía para conectarme con la gente. Un amigo mío dice que soy un psicoanalista que habla para los civiles.

Quienes no lo conocen pueden pensar, por su profesión, que escribe libros de autoayuda; pero eso no es así...

No me gusta el formato. Me parece que hay en esos libros algo de consejo, que el escritor se posiciona en el lugar de poseedor de un saber y que desde allí te dice qué hacer. Desde el punto de vista psicoanalítico, no es aconsejable. Un problema tiene tantas variables como sujetos lo sufren.

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