Esta foto tomada el 9 de febrero de 2020 muestra a niños jugando en la aldea de Karmawlawyi en la región de Sagaing de Myanmar, cerca de la frontera con India. Foto: Archivo AFP
El Ejército de Birmania (Myanmar) está cometiendo crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra en el conflicto que libra contra la guerrilla del Ejército de Arakán (AA, siglas en inglés) en el oeste del país, acusó este miércoles 29 de abril de 2020 la relatora de la ONU, Yanghee Lee.
“Mientras el mundo está preocupado con la pandemia de covid-19, el Ejército de Myanmar continúa intensificando sus ataques en el estado de Rakáin (Arakán) y tomando como blanco a la población civil“, denunció la relatora especial de la ONU para la situación de los derechos humanos en Birmania en un comunicado.
Lee acusó al Ejército birmano de bombardear con aviones y artillería poblaciones civiles en Arakán -junto a la frontera con Bangladés- y el vecino estado de Chin, impedir que los heridos reciban atención médica, destruir escuelas y domicilios, y de detener sin garantías procesales a sospechosos de ser miembros del AA y someterlos a torturas.
La relatora citó un incidente el pasado 13 de abril en el que ocho personas, incluidos dos niños, fueron asesinados el Ejército en el pueblo de Kyauk Seik, así como la desaparición de 10 hombres en otro suceso, y afirmó que centenares de personas han muerto a manos del Ejército, incluidos niños y mujeres, en un conflicto que ya ha desplazado a más de 157 000 personas de sus hogares.
“El Tatmadaw (Ejército birmano) está violando sistemáticamente los principios más fundamentales de la ley humanitaria internacional y los derechos humanos. Su conducta contra la población civil de los estados de Rakáin y de Chin podría ser considerada crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad”, señaló Lee, que hizo un llamamiento a que se establezca un alto el fuego.
El AA fue creado en 2009 por un grupo de estudiantes de la etnia Rakáin, predominantemente budista y mayoritaria en Arakán, para luchar por la autonomía del estado, como tantos otros grupos armados que representan a minorías étnicas del país, muchos de los cuales llevan luchando contra el Gobierno central desde la independencia de Birmania en 1948.
El conflicto se recrudeció enormemente en enero del año pasado, cuando el AA, que fue designado como una “organización terrorista” el pasado 23 de febrero, intensificó sus ataques contra las fuerzas de seguridad birmanas.
Sólo otro grupo de las decenas que operan en Birmania está actualmente clasificado como terrorista por el Gobierno: el Ejército Rohinyá de Salvación de Arakán (ARSA), que se alzó en armas para luchar por los derechos de la minoría predominantemente musulmana rohinyá, a los que las autoridades niegan la ciudadanía y califican como “inmigrantes bengalíes”.
Después de una serie de ataques de ARSA en agosto de 2017 en el norte de Arakán , el Ejército birmano lanzó una brutal campaña militar tras la que la mayoría de la población rohinyá, más de 730 000 personas, huyó a la vecina Bangladesh, por la que los militares y el Gobierno se enfrentan a una acusación de genocidio en la Corte Internacional del Justicia (CIJ) en La Haya.