El referendo se convierte en un fenómeno viral

Familias de Crimea celebraron los resultados del referendo del 16 de marzo. La bandera rusa flameaba en Sebastopol. Yuri Kochetkov / EFE

Familias de Crimea celebraron los resultados del referendo del 16 de marzo. La bandera rusa flameaba en Sebastopol. Yuri Kochetkov / EFE

En algunos casos, lo rescataron del olvido. En otros, lo sacaron de la galera. Con el voto de Crimea para divorciarse de Ucrania, se afirma una tendencia a recurrir al referéndum para cambiar, de un plumazo, el destino de un país.

La ola viene de Cataluña y Escocia, que meses atrás anunciaron la celebración, para fin de año, de sendas consultas para desligarse de España y Gran Bretaña, respectivamente.

Como antesala de esos votos, Crimea tuvo su referendo la semana pasada, en una maniobra combinada entre nacionalistas crimeos y el Kremlin.

Y siguen los referendos. Nueva Zelanda, que no quiere separarse de nadie, quiere saber sin embargo si cambia o no de bandera. Los suizos y los egipcios ya dieron el sí este año a importantes cambios legislativos.

P ero los casos más dramáticos de las votaciones en curso son, sin duda, los intentos separatistas. En palabras del historiador catalán Joaquim Coll, el clamor nacionalista se suscita, como en estos días, cuando se forma "la tormenta perfecta".

Los nacionalistas creen que la nación no es plena sin Estado propio. Se trata de un elemento clave en estos movimientos, cualquier autonomía que tengan siempre les parecerá insuficiente. Luego hay una coyuntura, circunstancias, como la crisis económica, que forman la tormenta perfecta", dijo Coll desde Barcelona.

Mientras algunos hijos rebeldes buscan la independencia absoluta, otros deciden cambiar de padres. Fue el caso de Crimea, de población mayoritariamente rusa, que tuvo su propia tormenta perfecta y votó para pasar al redil de Moscú.

Sin el dramatismo de Crimea, el 18 de septiembre los que votan si se van o se quedan son los escoceses. Ya basta de depender de Londres, dicen los activistas, a quienes, por ahora, no les cierran los números en las encuestas. "¿Debería Escocia ser un país independiente? Sí o no", dice la propuesta que será sometida a voto.

De ganar el sí, el adiós se concretará en marzo del 2016. Con todo, los partidarios de la separación deberán redoblar los esfuerzos: los sondeos revelan que solo el 35% de la gente está a favor de la fractura.

Escocia aspira a lo mejor de los dos mundos: mantener la libra esterlina, seguir en la Unión Europea (UE) y, dato esencial, conservar gran parte de los ingresos del gas y del petróleo del Mar del Norte. Promete, además, fidelidad a la Reina de Inglaterra.

Independencia, menos impuestos y más ingresos parece ser la síntesis perfecta de los escoceses. Con algo así sueñan los catalanes, que tendrán su oportunidad el 9 de noviembre.

Los chances de ganar este referendo no son tantas y, aún ganando, la Constitución prohíbe los separatismos, una tesis machacada por el Gobierno español y apoyada por las principales fuerzas políticas y la UE.

En ningún país existe un derecho a votar absoluto. ¿Se puede decidir por referendo que podemos derogar la Constitución? No. Todo derecho a voto tiene un límite. La integridad territorial no es una originalidad de España", declaró días atrás el canciller José Manuel García Margallo.

Además, la secesión de Crimea, cuestionada en todo el mundo, quizá no sea la mejor carta de presentación para la campaña de Cataluña. Pero quien lleva en alto la espada libertadora, el presidente regional, Artur Mas, zanjó las diferencias.

Cataluña no tiene nada que ver con Crimea y, desgraciadamente, el Estado español no tiene nada que ver con Gran Bretaña", dijo Mas, en alusión al caso de Escocia, donde el referéndum será legal.

En este contexto de territorios que cambian de manos a sola firma, resulta pintoresco que el referéndum que propuso el primer ministro de Nueva Zelanda, John Key, fuera para cambiar la bandera. La insignia que los representa desde hace más de 100 años, con la Cruz del Sur y la bandera británica en una esquina, "refleja una época anterior", según el Premier, que apuesta por "una bandera claramente neozelandesa".

La propuesta ha entrado a la presente campaña electoral de cara a los comicios generales del 20 de septiembre.

Los neozelandeses podrán votar por mantener la bandera o presentar sus propios bocetos para seleccionar una nueva.

Pero los votantes neozelandeses son todos del mismo país. Lejos están de Crimea, Escocia o Cataluña, donde flamean tantas banderas que nadie sabe, hasta el día de hoy, a quién le debe lealtad, con todo lo que eso significa...

En contexto
El analista internacional José E. Mosquera afirma que, en la actualidad, existen más de 60 conflictos separatistas en Europa, Asia y América. Algunos tienen motivos tribales, étnicos y religiosos, y otros responden a la marginación en el reparto del poder político.

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