Rabia y conmoción en Kenia por masacre

Los sobrevivientes del ataque armado de islamistas radicales en el campus universitario de Garissa, en Kenia, buscan consuelo luego de llegar a Nairobi. Foto: Tony Karumba/AFP

Los sobrevivientes del ataque armado de islamistas radicales en el campus universitario de Garissa, en Kenia, buscan consuelo luego de llegar a Nairobi. Foto: Tony Karumba/AFP

Los sobrevivientes del ataque armado de islamistas radicales en el campus universitario de Garissa, en Kenia, buscan consuelo luego de llegar a Nairobi. Foto: Tony Karumba/AFP

Cynthia Cheroitich ingirió crema corporal para calmar su sed y sobrevivir. La joven keniata se escondió en un armario cuando hombres armados asaltaron su universidad en Garissa y comenzaron a matar a estudiantes, a sangre fría.

Cheroitich, de 19 años, sobrevivió al ataque del grupo islamista Al Shabaab, perpetrado el pasado 2 de abril. La joven permaneció dos días escondida en el armario por miedo y el fin de semana fue rescatada. Apenas podía sostener el teléfono móvil que una enfermera le ofreció para llamar a sus padres. Estaba tan débil que la enfermera y el médico tuvieron que ayudarla a entrar en su cama del hospital.

La ciudad de Garissa, de unos 120 000 habitantes, sigue conmocionada por el peor ataque del grupo islamista. Los terroristas apuntaron a los cristianos y abrieron fuego contra todo el que no supo responder preguntas del Corán.

La masacre duró unas 16 horas en esta ciudad del este de Kenia y los agresores, miembros de una milicia terrorista somalí, mataron a 148 estudiantes.

En medio del dolor, el país africano inició ayer tres días de duelo nacional en memoria de las víctimas. Mientras la prensa de ese país criticó la lenta reacción de las fuerzas de seguridad ante los asaltantes, que tardaron al menos siete horas el jueves en desplegarse. “Se trata de una negligencia que linda con el acto criminal”, afirma el gran diario keniata Nation en un editorial.

El país, cristiano en un 80%, celebró la Pascua sumido en el dolor: las misas en todo el país están dedicadas a las personas muertas el jueves, en su mayoría estudiantes cristianos.

La seguridad también se reformó durante los servicios religiosos que ayer se celebraron. En todo el país, las iglesias han pedido refuerzos a la Policía para celebrar el servicio dominical. En la capital Nairobi se cacheaba a los feligreses al entrar a la Basílica de la Sagrada Familia.

Por la mañana, el Gobierno de ese país identificó a uno de los cuatro miembros del comando islamista que atacó la universidad como el hijo de un funcionario del Gobierno en la región de Mandera, en el este.

Se trata de Abdirahim Abdulahi, un joven keniata de etnia somalí, graduado en la universidad de derecho de Nairobi.

Junto a Abdulahi, otros tres terroristas se volaron al explotar los cinturones de explosivos que llevaban. El Ministerio del Interior de Kenia detalló que el joven “era diplomado de la Facultad de Derecho de Nairobi y descrito por alguien que le conocía muy bien como un futuro jurista brillante”.

Los residentes rompieron el cordón policial para poder ver a través de las ventanas de la morgue los cadáveres de los cuatro militantes de Al Shabaab muertos.

Posteriormente los cadáveres fueron exhibidos por la ciudad en la parte trasera de una camioneta al descubierto.

“Estamos satisfechos tras ver los cuerpos”, dijo la activista Rahman Hussein. Johnson Mutinda, sin embargo, considera que sería mejor deshacerse de los cadáveres, pues Al Shabaab podría regresar para recuperarlos. “Esa gente no tiene ninguna religión. Deberíamos quemar los cadáveres”, señaló.

La universidad fue cerrada

En el hospital donde está siendo atendida Cynthia Cheroitich, así como un centenar más de heridos, hay decenas de personas desesperadas que buscan a sus familiares. Regina Mulandi intenta localizar a su pariente Mónica Mwanzia, una estudiante en su segundo año de universidad. Su padre emprendió el largo camino hacia Nairobi, donde muchos de los enfermos reciben atención.

De todo el país han llegado llamadas preguntando por personas desaparecidas. “Los padres están muy desconsolados y preocupados”, dijo el activista local Ibrahim Aden Ali. Mientras que, por orden del Gobierno, la universidad permanecerá cerrada.

Garissa, que alberga una base del Ejército que lucha contra la milicia terrorista en la región, ha sido en varias ocasiones blanco de Al Shabaab. Pero este ataque contra la universidad fue diferente a los atentados anteriores, señala Jacob Olweny. “Las personas que fueron asesinadas son inocentes”, dijo Olweny.

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