Aproximadamente a 400 metros del aeródromo de la ciudad santafesina de Venado Tuerto (a 365 kilómetros al norte de Buenos Aires), una avioneta se estrelló con cuatro ocupantes: un ecuatoriano, dos peruanos y un argentino. Ninguno de ellos sobrevivió al impacto.
Aunque el juzgado de Venado Tuerto pidió no revelar nombres hasta el reconocimiento de los cuerpos, en la lista de pasajeros de la avioneta constaba el nombre de Diego Armando Mora Orellana, de 23 años, oriundo de Quito. Los otros ocupantes eran los peruanos Erber del Cartio Núñez y Gianluca Fusotto Lazo, además del instructor de vuelo, el argentino Carlos Adrián Boleflabfky.
Poco tiempo llevaba Mora en Argentina. No había ido al Consulado ecuatoriano para registrarse. Apenas llevaba “unos dos o tres meses y había llegado (a Argentina) para formarse como piloto”, cuenta Stalin Raza, cónsul de Ecuador en Buenos Aires.
La avioneta Piper PA-28 era propiedad de la escuela de aviación Flight Center. Había partido del aeródromo de Morón y llegó a Venado Tuerto, a las 17:00 (15:00 de Ecuador).
Hicieron la reservación en un hotel para ayer partir hacia Corrientes. Decidieron hacer un vuelo local “para tener una experiencia nocturna y llenaron de combustible el tanque”, dice Oscar Pedro Balduzzi, observador meteorológico y operador de información del aeródromo Tomás B. Kenny.
“Salieron a las 19:00 (del miércoles). Se comunicaron con nosotros una sola vez. En este tipo de vuelo solo se hace contacto al despegar y aterrizar. Luego de una hora, el servicio de búsquedas (search & rescue) dio la alarma de que un avión se había caído en las cercanías”, recuenta Balduzzi.
Con esa alerta, el cuerpo de bomberos voluntarios de Venado Tuerto partió en busca de la avioneta siniestrada. “A las 02:00 de ayer encontramos los cuerpos. Dos de ellos habían salido disparados, mientras que otros cuerpos habían quedado en los asientos del piloto”, relata a EL COMERCIO Daniel Romo, jefe del Cuerpo de Bomberos Voluntarios y de Defensa Civil de Venado Tuerto.
El avión había caído de punta. NO hubo fuego, por lo que se presume que no se precipitó desde mucha altura. Los cuerpos presentaban múltiples y severos traumatismos.
Las condiciones del tiempo eran óptimas para operar (poco viento, sin nubes, visibilidad extrema), por lo que es difícil pensar que el accidente ocurriera por razones meteorológicas. Las avionetas de Flight Center suelen usar varios aeródromos en sus cursos y nunca habían presentado problemas. La avioneta y los pilotos tenían sus licencias habilitadas para volar, según la ANAC. “Pero yo escuché a uno decirle a otro: ‘¿Por qué no te fijas a ver lo que pasa en el motor?”, contó Balduzzi a la comisión que investiga las causas del accidente.
Desde las oficinas de Flight Center no quisieron dar ninguna respuesta sobre la tragedia hasta que se conozcan los resultados de la investigación. Tampoco quisieron dar información sobre cómo llegó Mora hasta el instituto. “Entendemos su trabajo. Estamos muy dolidos y no queremos dar ninguna información hasta un pronunciamiento (de la ANAC)”, dijo una mujer de la escuela.
Mientras tanto, Raza confirmó a este Diario que un hermano de Mora viajó anoche desde Quito a Buenos Aires, para realizar los trámites correspondientes para la repatriación del cuerpo.