El Tiempo de Bogotá,
GDA
Qatar, el país más pequeño en lograr la sede de un Mundial de Fútbol (2022), deberá probar que su elección no fue un gran error. Las autoridades qataríes persuadieron a la FIFA con argumentos como la construcción de 12 estadios, climatizados y fáciles de desmontar. Luego, serán donados a países pobres que no cuenten con facilidades deportivas.
Se sumó la promesa de una red ferroviaria de USD 25 mil millones, un aeropuerto, un puerto e inversiones viales por otros 20 mil millones.
Uno de los desafíos más grandes estará sin duda en la parte cultural, pues en esta nación musulmana el consumo de alcohol está restringido a los hoteles y las apuestas están prohibidas, al igual que la ropa ceñida o muy ‘reveladora’ en las mujeres. También, pantalones cortos y camisas sin mangas en los hombres.
“Somos un pueblo tolerante y no nos costará adaptarnos a las circunstancias”, dijo Mohammed Al Atar, vestido con el tradicional candura, una túnica blanca que caracteriza a los árabes de la región. Y algo de terreno abonado hay en esto, pues aunque muchos qataríes siguen la interpretación wahabita del islam, las mujeres no están obligadas a llevar velo y pueden conducir y los cristianos gozan de libertad de culto.
Cuestión de realidades, pues solo el 20% de la población está conformada por personas nacidas en el país. Los trabajadores extranjeros venidos de la India, de Irán o del norte de África son la mayoría. Y hay cerca de 10 mil hispanohablantes. Además, en los últimos años Qatar se ha vendido como ‘marca’ de categoría mundial con su canal internacional de noticias en inglés Al Yazira que le hace competencia a la estadounidense CNN y a la BBC de Londres.
Otro punto que sin duda pudo haber jugado a favor está en el ámbito político de la región, ya que Qatar es considerada una de las naciones más moderadas. Por eso, si bien para muchos la decisión de la FIFA ‘huele a petrodólares’, también podría tener que ver con apertura de mercados y geopolítica.