Los 11 presos políticos cubanos, llegados estos días a España en una oleada de liberaciones, hicieron una radiografía terrible de la vida en las prisiones de la isla y criticaron sus condiciones de acogida en Madrid.
“Hemos vivido entre ratas, cucarachas, escorpiones y los excrementos”, declaró Julio César Gálvez, periodista de la radio cubana de 65 años, que purgó antes de su liberación, una pena de 15 años de prisión por haber colaborado clandestinamente con los medios estadounidenses.
“La situación de higiene y de salud no es pésima, es más que pésima; hemos vivido con ratas, con cucarachas, con alacranes, con la mierda, con el excremento”, dijo en rueda de prensa con otros cinco ex presos políticos liberados por el gobierno de Raúl Castro.
La alimentación es particularmente horrible. “El almuerzo que llega a las 10 está hecho a las 2 o 3 de la madrugada; el picadillo era peste, llegaba con los cascos, mezclado con tierra. Los caldos se llamaban caldo de jirafa porque se te tira el cuello para ver lo que hay dentro”, testimonió Gálvez.
La humedad y las filtraciones de agua en celdas donde se amontonaban de 36 a 40 presos son constantes, añadió Ricardo González, de 60 años, condenado a 20 de prisión por haber sido corresponsal clandestino en la isla de la ONG Reporteros sin Fronteras (RSF). “Las filtraciones eran permanentes, con una humedad que nos afectaba. Teníamos que improvisar canales con nylon para que las aguas servidas y las filtraciones no caigan desde arriba encima nuestro”, relató.
Los presos políticos, que el régimen castrista no reconoce, están mezclados con los de delitos comunes y ubicados en prisiones alejadas de sus familias para hacerles más difíciles las visitas, añadió. Para el periodista clandestino Normando Hernández, 40 años, que purgaba una pena de 25 antes de su liberación, el problema más grave en las prisiones, es la “auto mutilación”.
Así vio inmolarse a un preso con fuego, a otros meter orina en sus ojos, o petróleo en su cuerpo para que se ocupen de ellos, que los curen o simplemente para que escuchen sus necesidades.
Estas condiciones arrastraban enfermedades crónicas en los presos, con epidemias de tuberculosis o dengue.
Asimismo, los ex presos cubanos exiliados en España dicen que no se sienten libres. Los disidentes carecen de papeles que acrediten que no regresarán a prisión, ya que sus condenas “no han sido amnistiadas ni anuladas”, según dijeron y aseguraron que jamás pedirán autorización para regresar a Cuba. De momento no saben si su estatus será el de inmigrante o el de refugiado político. El segundo les cerraría la puerta a regresar a la isla.