El periodista argentino Robert Cox, que dirigió un diario durante la dictadura argentina, hace una reflexión sobre el papel de la prensa y la libertad de expresión.
El acento lo delata en cuanto abre la puerta de su departamento y saluda. Aparte de él, en el ‘living’, está Maud Daverio de Cox con unas amigas que vienen a visitar al matrimonio en los días que están en Buenos Aires.
Estuvo en la ciudad para recibir el premio a la Libertad de Expresión Nacional de Diario Perfil. De todas maneras, parecería que el personaje no estuviera consciente de todo lo que logró.Ha vuelto al pasado y se ríe todo el tiempo con nostalgia. Siento curiosidad de cómo empezó su carrera de periodismo. Confiesa que todo comenzó en la costa de Londres cuando decidió repartir, en bicicleta, los diarios a todas las casas. “Después, un día pensé que quería escribir y pensé que si iba al diario local, que era un diario semanal, y preguntaba si ellos me podían tomar, porque iba a trabajar gratis. En ese entonces estaban sorprendidos, tan sorprendidos que me ofrecieron trabajar durante las vacaciones del colegio y nunca volví a él. Hasta que fui a Harvard muchos años después. Y después fui del diario local a otro más grande, hasta que, un día en que estaba pensando en que quería viajar y no tuve plata, pensé qué podía hacer. En ese entonces había una revista llamada World Express News y había avisos para puestos en diarios de habla inglesa, y vi un aviso para el Buenos Aires Herald”.
Llegado el momento de hablar sobre la dictadura argentina (que empezó en 1976), le cambia el rostro. Narra la situación que se vivía en esa época. “Hubo solamente líneas telefónicas y líneas de teletipo que estaban controladas por el Gobierno. Obviamente con la dictadura cerraron el Congreso, echaron a los jueces que no estaban de acuerdo con ellos. Y lo que pasa es que había un tipo de acuerdo de caballeros entre los dueños de los diarios más importantes para dejar a los militares hacer lo que tenían que hacer. (…) Al principio hubo mucho apoyo a los militares. Y yo recuerdo que gente buenísima como Borges me decía: ‘Por lo menos vamos a tener un gobierno de caballeros’. Y era un gobierno de nazis”.
Recuerda los Ford Falcon sin placas identificatorias y la ESMA. Cox reconoce que el Herald era una luz en la oscuridad y que, poco a poco, más gente llegaba al diario para denunciar desapariciones. Cuando le pregunto por una historia que particularmente recuerde me dice que en su memoria están las mujeres, quienes tenían mucho más coraje que los hombres. Se refiere a las Madres de Plaza de Mayo.
Y finalmente lo detuvieron.
Yo estaba muy contento de que no me estuvieran llevando a uno de esos lugares clandestinos donde estaban torturando. Aunque sí estaban torturando en este lugar también. Yo escuché los gritos de la gente bajo tortura.
Ahora le pregunto cuál fue la principal lección que le dejaron los años de la dictadura. “Cuando un Gobierno tiene mucho poder la única institución que puede mostrar la realidad e informar a la gente son los medios, y por eso son tan importantes. Antes se hablaba de periodismo del cuarto poder. Ya no está de moda decir eso y no es exactamente poder, es un contrapoder. Esto es muy importante, es lo que puedo sacar de mi experiencia en Argentina. La importancia de seguir informando”.
¿Cuál es la cualidad indispensable que debe tener un periodista?
Integridad, no hay duda.