El perfil criminal de 'Popeye', el exsicario que ahora está libre

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Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye, salió en libertad hace cinco días. Foto Archivo.

Desde hace cinco días, volvió a la calle uno de los principales protagonistas de la sangrienta guerra narcoterrorista con la que el cartel de Medellín azotó al país en los 80 y 90.

Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye, el asesino de confianza del capo Pablo Escobar, logró sobrevivir a 23 años de cárcel y a sus decenas de enemigos, y desde el miércoles 27 de agosto de 2014,  se escabulló por una calle capitalina en donde lo esperaban cinco personas en una camioneta blindada. Una de ellas es la misma que gestionó el pago de los 9 millones de pesos de la fianza que le abrieron las puertas de la prisión al expistolero de la mafia. Quienes lo acompañaron hasta llegar cerca del CAI del barrio Villa del Prado, norte de Bogotá, en donde se oficializó su libertad, dicen que el otrora gran criminal salió jurando que se había regenerado.

Pero EL TIEMPO estableció que, a pesar de su discurso, autoridades tienen instrucciones de monitorear al hombre que se autocalifica como un “buen sicario” y que asegura que su “profesionalismo” quedó demostrado cuando asesinó en la cárcel de La Catedral a Gerardo ‘Quico’ Moncada (exsocio de Escobar), lo picó y lo derritió en ácido para no dejar ningún rastro. 

De hecho, en la Alcaldía de Medellín, ciudad que le sirvió de cuartel a los hombres de Escobar, no descartan que ‘Popeye’ haya guardado información sobre narcocaletas con plata. Además, que el asalto, este jueves, a la casa vecina de dónde murió Escobar, esté relacionado con la salida de ‘Popeye’.

Según testigos, dos hombres armados llegaron buscando lo que dejó ‘el patrón’.

Pero además de información, la conducta del exsicario también tiene inquietos a varios sectores.

Si bien el Inpec dio fe de que salió con un buen estado de salud, tres expertos psiquiatras forenses coincidieron en que, por sus discursos, expresiones y comportamientos, podría registrar un trastorno de personalidad que lo lleve de nuevo a delinquir.

Esa conducta, dicen, se evidencia en la facilidad con la que salió a los medios con un doble discurso: pedir perdón para luego jactarse de haber participado en más de 3 000 crímenes, como la bomba al avión de Avianca (1989) y los magnicidios de Carlos Mauro Hoyos y Luis Carlos Galán Sarmiento.

“No hay un bandido en Colombia tan preparado como yo para volver a la libertad o para volver a la violencia”, advirtió en una entrevista con RCN hecha un día antes de su excarcelación.

Los expertos creen que ese posible desorden psicológico también queda al descubierto en frases que disparó en varios medios, con las que aún magnifica y alaba las conductas ilícitas de Escobar, uno de los criminales más violentos del país.

Lo califica de “genio que inspiraba lealtad infinita” y de “líder”. Incluso insiste en que al capo no se le puede calificar de asesino porque solo mató por su propia mano a 20 personas.

La adoración profesada llegó a tal punto, que obedeció sin titubear la orden que le dio Escobar de asesinar a Wendy Chavarriaga, una hermosa mujer que primero fue amante de Escobar y luego de ‘Popeye’ y que el jefe del cartel de Medellín ordenó ejecutar cuando supo que le daba información al Bloque de Búsqueda.

Popeye’ ha confesado varias veces que era el amor de su vida. Pero también, que la muerte que más le ha dolido es la de Escobar.

Esa adoración por un monstruo igual a él, al que creía inmortal, y la permanente reconstrucción de sus crímenes –300 ejecutados por él mismo–, es conocido en psiquiatría forense como un déficit de conciencia moral, en el que el sujeto pierde las proporciones del bien y del mal.

“Transgredir las normas sociales es el modo de vida de este tipo de personas, sin importar las consecuencias legales y es difícil que se corrijan”, explica Jorge Forero, médico psiquiatra del Instituto para el Desarrollo de la Salud Emocional.

Estilo Vietnam

Y concuerda con los otros expertos en que el exsicario o quien sufra de ese desorden, puede, en cualquier momento, actuar como lo hizo en el pasado. Ese ‘chip’ se dispara cuando alguien reta su supuesta grandiosidad o percibe algún tipo de agresión.

Eso explica comportamientos como el que tuvo ‘Popeye’ a finales de 1989, cuando intentó ingresar a una discoteca en Medellín y mató a sangre fría al portero que se lo impidió. Luego entró al lugar y empezó a disparar indiscriminadamente.

Al respecto, Forero explica que estas personas se caracterizan por la poca tolerancia a la frustración y, por eso, consideran que la manera de lograr sus objetivos es matando. Dice que pueden sufrir de depresión y tienen una vida llena de sobresaltos y variaciones. Y agrega que en el cerebro de todas las personas quedan marcadas experiencias de vida y la posibilidad de revivirlas está latente.

“Un ejemplo claro es el comportamiento asumido por muchos de los veteranos de la guerra de Vietnam, que décadas después han protagonizado masacres”, explica el experto.

La psiquiatra Beatriz Caamaño da un ejemplo más común: “Es posible que se haya redimido, pero también, que vuelva a hacer lo que hizo en el pasado. Es la misma probabilidad que tiene un alcohólico rehabilitado, que rehizo su vida y que después de mucho tiempo, en un momento dado, puede recaer en el consumo”.

Para los especialistas, el proceso de rehabilitación que le haya aplicado el polémico sistema penitenciario colombiano a ‘Popeye’ es clave para definir su comportamiento futuro.

“Hay que evaluar si el sistema ha operado en el proceso de resocialización. Si fue así, es posible que se hubieran efectuado cambios profundos en la estructura de pensamiento”, explica el psiquiatra Forero.

Al respecto, la doctora Caamaño es más escéptica y advierte que esto hubiera requerido de un componente de rehabilitación en salud mental: “Si eso se dio, podríamos pensar en que se tendría esa esperanza de rehabilitación en cualquier preso”.

En el protocolo de salida de ‘Popeye’ de la prisión de máxima seguridad de Cómbita (Boyacá) indica que no le practicaron este tipo de exámenes (psiquiátricos).

Y su historial tras las rejas, denota comportamientos cíclicos: desorden y rebeldía, combinados con disciplina y sometimiento. “Ya cambié mis antivalores por valores, que fue un trabajo que hizo el penal conmigo, de machacarme los antivalores, que adoraba (...) ya tengo valores”, dijo el exsicario antes de quedar en libertad.

El cambio del que habla se va a poner a prueba los próximos 52 meses, en los que tendrá libertad provisional.

Por ahora, autoridades dicen que ‘Popeye’ permanece en una finca cerca de Medellín, a la que llegó por tierra.

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