China afirmó hoy, 18 de marzo, que ninguno de los pasajeros del vuelo MH370, desaparecido el 8 de marzo, estaba vinculado a grupos terroristas, mientras Australia, encargada de la búsqueda en el Océano Indico, advirtió que esas tareas podrían llevar “algunas semanas”.
A diez días de la desaparición del Boeing 777 de Malaysia Airlines, que volaba de Kuala Lumpur a Pekín con 239 personas a bordo, dos tercios de ellos chinos, el misterio sigue vigente.
Los esfuerzos de las marinas y aviaciones de 25 países todavía no permitieron ubicar restos del avión u otros indicios útiles para saber lo sucedido.
Uno de los participantes en este esfuerzo multinacional, el australiano John Young, subrayó que es como buscar “una aguja en un pajar”.
En tanto, fuentes de la administración de Estados Unidos refirieron al periódico The New York Times que el primer giro fuera de la ruta del Boeing se realizó a través de un sistema de computación programado por alguien dentro de la cabina de mandos, y que conocía perfectamente los sistemas de avión.
Aunque no está claro, según fuentes del diario, si este sistema fue activado antes o después del despegue del avión de la capital malaya.
El embajador chino en Malasia, Huang Huikang, afirmó en una rueda de prensa en Kuala Lumpur que Pekín investigó de manera “meticulosa” a los 153 pasajeros de ese origen y concluyó que ninguno de ellos pudo haber cometido un acto de terrorismo o de sabotaje.
El embajador agregó que China ha extendido el área en la cual está buscando alguna señal del avión, que según los investigadores malayos, podría haber volado por siete horas luego de que “algún experto de aviación” desactivara todos los sistemas de comunicación del Boeing.
El MH370 podría haberse movido a través de dos “corredores” al norte y al sur del lugar en el cual tuvo el último contacto con la torre de control de Kuala Lumpur cuando estaba sobre la frontera entre el espacio aéreo de Malasia y Vietnam.
“La clave ahora es examinar uno de los dos corredores”, expresó Huang, cuyas palabras ponen fin a las especulaciones que abundaron días atrás sobre sitios de comunicación social chinos, con la hipótesis de un atentado, quizá de la minoría étnica de los ugures.
En Pekín, los parientes de los pasajeros, que se reúnen en una sala de un hotel, amenazaron con realizar una huelga de hambre.
En Kuala Lumpur, el líder de la oposición malaya, Anwar Ibrahjim, desmintió la noticia, lanzada con gran relieve por algunos tabloides británicos, según la cual el capitán del avión Zaharie Ahmad Shah era un seguidor “fanático” suyo que podría haber secuestrado el avión en protesta contra su condena a cinco años de prisión por sodomía.
Zaharie, dijo Ibrahim, era un simpatizante, no un militante, de su partido y no tenía relación personal alguna con él.
Ibrahim agregó que las críticas contra Malasia de los familiares de las víctimas y el gobierno chino eran “absolutamente comprensibles”. El capitán y su segundo, Fariq Abdul Hamid, estuvieron en el centro de las investigaciones en los últimos días pero ahora no surgen elementos que los puedan indicar como responsables de la desaparición del avión y sus pasajeros.
Los investigadores precisaron que ambos no habían pedido volar juntos y que las repetidas requisas en sus habitaciones no aportaron informaciones que puedan justificar una incriminación.