En París, la ciudad más visitada del mundo, los turistas deben esquivar por estos días la basura amontonada en los lugares icónicos de la ciudad debido a una huelga de los recolectores de basura contra la impopular reforma de pensiones del gobierno del presidente Emmanuel Macron.
A orillas del río Sena, por ejemplo, los desechos obstaculizan la vista de Notre Dame. Para contemplar la famosa catedral construida entre los siglos XII y XIV en el corazón de la capital y dañada por un incendio en 2019 hay que hacer abstracción.
Los turistas desean contemplar la torre Eiffel desde la impresionante explanada de Trocadero, pero cuando salen del metro, primero deben recorrer un muro de sacos de plástico. En el centro, las otroras callejuelas románticas están sembradas de cajas y cartones, a veces con comida en mal estado.
Y es que más de 7 000 toneladas de basura se acumulan hoy en las aceras de la capital, y aunque el paro sólo afecta a la mitad de sus veinte distritos, se ha convertido en un auténtico problema en las zonas afectadas que se manifiesta, por ejemplo, en la proliferación de ratas.
La huelga de basureros afecta también a varias ciudades grandes como Nantes, Rennes y Niza, y medianas como Montpellier, Le Havre, Saint-Brieuc y Vallauris, pero es en París donde ha tomado más protagonismo.
“Nunca he visto esto en Canadá“, asegura Omera, una turista canadiense justo después de tomar una foto de la basura amontonada en Saint Michel, en el barrio latino. “¡Esto hará huir a los turistas!”, pronostica.
Martin Ruiz, un estadounidense de 18 años, lamenta el olor: “Es asqueroso”. “El olor es desagradable para poder consumir alimentos o transitar por la ciudad”, dice también Ángeles Mosqueda, una turista mexicana ante la Ópera de París.
La Ciudad de la Luz, que recibió en 2022 unos 34.5 millones de turistas según las autoridades, registra un importante descontento social contra una reforma promovida por el presidente liberal Emmanuel Macron, a la que se oponen dos de cada tres franceses.
Para obligar al gobierno a dar marcha atrás, los sindicatos recrudecieron la semana pasada sus acciones con huelgas prorrogables en sectores clave como energía y transportes, después de haber organizado manifestaciones masivas en enero y febrero.
Lo que dicen los recolectores y el Gobierno
En París, los empleados municipales de recolecta de basuras empezaron hace más de una semana su paro, que afecta a la mitad de la capital.
Uno de ellos, Nabil Latreche, de 44 años, denuncia el hecho de tener que trabajar más años, pese a contar con un trabajo “penoso”.
“Trabajamos llueva, nieve o haga viento (…) Cuando estamos detrás del camión, respiramos cosas volátiles. Tenemos muchas enfermedades profesionales”, asegura.
Cuando me jubile, “sé que viviré pobre” con una pensión de USD 1 280 como mucho, lamenta Murielle Gaeremynck, una mujer de 56 años, basurera desde hace dos décadas.
Sus compañeros de las empresas privadas, que operan en el resto de la capital, enfrentan por su parte el bloqueo de las plantas incineradoras.
“Evidentemente, no es lo mejor para los turistas extranjeros”, reconoce Jean-François Rial, el presidente de la Oficina de Turismo y de Congresos de París, pero “no dañará la imagen” de la ciudad afirma.
“Incluso dos semanas sin recogida de basura no habían perjudicado a Nápoles”, asegura el hombre, para quien el conflicto social no le pasará factura “a la frecuentación turística de esta maravillosa ciudad”.
El futuro de la reforma
Como en París, otras ciudades francesas se encuentran afectadas por el paro en la recogida de basuras, pero las movilizaciones abarcan también otros sectores desde el miércoles 8 de marzo de 2023.
En el transporte, este fin de semana los paros afectaron tanto al transporte aéreo como a los ferrocarriles, cuyo servicio seguirá sufriendo perturbaciones durante los próximos días.
En el área energética, los bloqueos en varias refinerías del país también se van a prolongar, si bien hasta ahora no causaron una crisis de abastecimiento de carburantes como la que se vivió a finales de 2022 por reclamos económicos de los trabajadores.
La próxima gran jornada de protestas, que será la octava desde que el Gobierno desveló los detalles de su proyecto para cambiar el acceso a la jubilación en enero pasado, está convocada por el conjunto de los sindicatos para este miércoles 15 de marzo.
El principal eje del proyecto que promueve Macron es retrasar la edad mínima de jubilación dos años, de los 62 años actuales a los 64.
El miércoles 15 de marzo, una comisión mixta paritaria compuesta por siete senadores y siete diputados deberá reunirse para acordar un texto común, que tenga en cuenta las últimas modificaciones y que deberá ser, después, validado nuevamente por ambas cámaras.
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