El papa Francisco y el presidente estadounidense, Barack Obama, abordaron ayer, 27 de marzo, en su audiencia de casi una hora la reforma migratoria en Estados Unidos, la lucha contra la trata de seres humanos y otros asuntos como la defensa de la vida.
También se toparon temas candentes como el uso de anticonceptivos y la bioética, en un encuentro en el Vaticano en el que hubo divergencias, pero un acuerdo para luchar contra el tráfico de personas en el mundo.
La intensa jornada del Mandatario estadounidense en Roma, donde permanecerá en total unas 40 horas, inició con una audiencia privada en el Vaticano con el primer Papa de América. “Soy un gran admirador suyo”, le dijo Obama en inglés al saludar a Francisco con una sonrisa radiante, mientras el Papa parecía más formal.
Una breve y fría nota divulgada por la Oficina de Prensa del Vaticano al término del encuentro informó que los dos líderes, en un clima “cordial”, abordaron temas duros para las relaciones entre el gobierno democrático de Obama y la jerarquía de la Iglesia Católica.
Entre esos asuntos delicados figura el derecho de los católicos “a la objeción de conciencia” en casos de aborto y anticonceptivos, lo que suscita enfrentamientos con los movimientos católicos ultraconservadores. La reforma de salud de Obama incluye el reembolso para los empleados de los gastos para la contracepción y la píldora abortiva.
La introducción de esos derechos por parte del líder democrático tensionaron las relaciones con la jerarquía de la Iglesia, pero la llegada hace un año al trono de Pedro de Francisco, con el que coinciden en temas como pobreza, inclusión social, desigualdad, podría cambiar los equilibrios.
El fenómeno de la migración ilegal en Estados Unidos, que afecta a unos 11 millones de personas, numerosos de ellos latinoamericanos, también fue abordado durante la reunión a solas -con dos traductores- entre el papa y Obama.
Según la prensa estadounidense, Obama, de religión protestante, intenta conquistar el influyente “voto latino” a través de una relación privilegiada con el papa latinoamericano, muy popular en todo el continente. Ambos acordaron “erradicar el tráfico de seres humanos en el mundo”, un fenómeno que afecta gravemente a cientos de centroamericanos y sudamericanos que entran ilegalmente a ese país.
También, encararon el controvertido tema de la “reforma migratoria” en Estados Unidos.
En tanto, un grupo de familiares de indocumentados hispanos en Estados Unidos, en su mayoría de origen mexicano, protestó en las inmediaciones del Vaticano durante la visita de Obama. El grupo, compuesto por unas 15 personas, se colocó en la Vía de la Conciliación, la gran avenida que une la plaza de San Pedro con la ciudad de Roma, la cual se encontraba blindada por un fuerte operativo de seguridad.
Portando camisetas con la inscripción “indocumentado y sin miedo” además de pancartas con la frase “legalización sí, deportación no”, pretendían permanecer pacíficamente parados a la orilla del camino cuando circulase la delegación estadunidense.
El grupo, representativo de varias organizaciones de defensa a los derechos de los hispanos en EE.UU., llegó hace algunos días a Roma y la víspera participó en la audiencia general con el papa Francisco.
Una de ellos, la niña de 10 años Jersey Vargas, logró hablar con el Pontífice y le pidió que tocase el tema de los migrantes con Obama.
Jersey saltó una valla y se adelantó hasta la primera fila donde, emocionada, le regaló a Francisco una servilleta, un recuerdo de gran valor sentimental. Como en un primer momento no pudo referirse a la situación de sus padres inmigrantes, volvió poco después a saludar al Papa y le habló de la inminente deportación de su padre. “¿De dónde?”, preguntó el líder católico; “De Estados Unidos”, replicó ella.
“Me regresé y le dije que nos ayudara porque es injusto que muchos niños estemos pasando por la misma situación, estamos separados de nuestras familias”, dijo la niña, en un perfecto español. “Me bendijo, me dio un beso. Yo ya me sentí más calmada porque hice una diferencia en el mundo”.
En contexto El presidente de EE.UU. pareció más seguro en sí mismo ayer que en 2009, cuando fue recibido por el entonces papa Benedicto XVI, según explicó uno de los encargados de recibir al Mandatario a su llegada al Vaticano. Obama invitó a Francisco a visitar EE.UU.