El papa Benedicto XVI afirmó ayer que la misericordia divina es necesaria para curar las “heridas del pecado”, pues los hombres requieren la ayuda de la gracia de Dios en todos los ámbitos de la vida. El pontífice habló ante más de 40 000 personas que presenciaron en la explanada de los Graneros, de Floriana, cerca de La Valletta, la misa que celebró en su segundo y último día de permanencia en Malta. Numerosos inmigrantes y “víctimas de la violencia familiar en escuelas, asistieron a la misa” , según afirmó el arzobispo de Malta, Paul Cremona, quien dijo en sus palabras de saludo al Papa que la Iglesia maltesa “reconoce el fracaso y los pecados de sus miembros” . En Malta, según datos de la Iglesia, 45 sacerdotes fueron investigados por abuso de niños y adolescentes, y alrededor de una docena de las víctimas solicitó ver al Papa durante su visita al país. Ya durante la misa en Floriana hubo referencias al escándalo de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica.Una niña leyó una invocación que rogaba “por la comunidad católica maltesa, de la cual formamos parte, para que reforzados en nuestra fe se evite todo lo que puede serle de daño, así que nosotros podamos entregarla sin mancha a las futuras generaciones”. “Nos dicen que no tenemos necesidad de Dios y de la Iglesia. Si somos tentados de creer en ellos, tendremos que recordar el episodio del Evangelio de hoy, cuando los discípulos, todos expertos pescadores, hicieron esfuerzos toda la noche pero no consiguieron ni siquiera solo un pez” , sostuvo el pontífice. “Les agradezco por todo lo que recibí de ustedes, especialmente por el calor de su devoción y por el sostén de sus oraciones por mi ministerio de Sucesor de Pedro”; de este modo el Papa se dirigió al pueblo de Malta antes de la recitación del Regina Coeli en Floriana tras oficiar la misa. El Papa también pidió a los malteses que ofrezcan recepción a los inmigrantes. En Malta, con casi medio millón de habitantes, viven 13 000 inmigrantes. Por la tarde, unos 40 mil jóvenes lo recibieron . Dios conoce los “errores” y desea “purificarnos” , pero “no nos rechaza, nos pide cambiar y hacernos más perfectos” , sostuvo Benedicto XVI.