El cable 20489 enviado por la embajadora Kristie Kenney, el 9 de septiembre del 2004, fue premonitorio.
El telegrama prevé un escenario cada vez más adverso y conflictivo para el presidente Lucio Gutiérrez, luego de la reunión mantenida en Panamá con el ex mandatario Abdalá Bucaram.
Y sobre todo habla de la posibilidad de su salida por vía constitucional o inconstitucional. “Esta es la primera vez que nuestros interlocutores políticos prevén la posibilidad de reemplazar al Presidente, prematuramente por formas constitucionales o inconstitucionales. Mientras el debate hostil antigobierno en el Congreso puede ser solo una maniobra, debemos redoblar nuestros esfuerzos para promover los beneficios de estabilidad política”, señala el documento.
Para tomar el pulso de lo que estaba ocurriendo, la embajadora Kenney se reunió con el entonces presidente del Congreso, Guillermo Landázuri, mientras el representante político tomó contacto con Gilberto Talahua, cabeza de Pachakutik.
En su análisis, la Embajadora señala que los políticos de la oposición culpan a los errores políticos del presidente Gutiérrez del subsecuente ciclo de escándalos, y advierten que eso podría desembocar en su enjuiciamiento político “o algo peor”.
Otros, mientras tanto, piden la renuncia del ministro de Bienestar Social, Antonio Vargas, por las denuncias de abuso de fondos públicos (para construir facilidades deportivas).
El 9 de septiembre Landázuri le dijo a la Embajadora que su partido, la Izquierda Democrática, estaba recopilando pruebas para enjuiciar a Gutiérrez y buscar respaldo en el Congreso, donde había reunido 69 votos.
Personalmente él creía que Gutiérrez debería terminar su período en el 2006, para que sea juzgado por los votantes. Pero su posición era impopular en la ID, según recalcó. “Últimamente, como sea, el presidente Gutiérrez es su peor enemigo político, y cada escándalo subsecuente fortalece a sus opositores”, dice el cable.
La Embajadora apuntó que no era el papel de su Gobierno juzgar el desempeño del Presidente, pero recalcó la importancia de fortalecer la estabilidad política.
Landázuri también expresó su preocupación por una posible movilización indígena.
Pero en un encuentro con el jefe político de la Embajada, el líder de Pachacutik, Gilberto Talahua, no se pronunció sobre la posibilidad de protestas, pues era una decisión que debía tomar la Conaie, aunque creía que había motivos para enjuiciar a Gutiérrez.
Landázuri expresó que había una preocupación creciente entre la oposición de que Gutiérrez podría intentar un autogolpe para disolver el Congreso, aunque las FF.AA no lo apoyarían.