Con los rostros desencajados, como próximos a desfallecer, los que caminan por las calles de Buenos Aires viven el azote de la ola de calor.
Con temperaturas que rozan los 38° de máxima y 24° de mínima, el Servicio Meteorológico decretó la alerta roja el lunes. La medida advierte de riesgos altos sobre la salud no solo de personas vulnerables como bebés, niños, mayores de 65 años, aquellas con enfermedades crónicas, sino también de adultos saludables.
Sin embargo, al cierre de esta edición, las autoridades bajaron la alerta de roja a naranja pues hoy se prevé un leve alivio porque descenderá la temperatura.
“La alerta roja es un sistema experimental que comenzó a funcionar desde el año pasado”, explica a este Diario José Luis Stella, del departamento de Climatología del Servicio Meteorológico Nacional. Rige únicamente para la ciudad de Buenos Aires.
“Es cuando se supera el umbral de la tasa de mortalidad normal en un día de verano. Puede hasta triplicar su valor. La mortalidad en Buenos Aires, en términos normales, varía entre 80 y 90 personas. Una situación extraordinaria ocurrió en el 2001 cuando murieron 250 personas en un día”.
fakeFCKRemoveAlejandra tiene 46 años y tuvo que dejar el trabajo en la ‘city porteña’ (centro financiero de la capital argentina) para ir a recuperarse en su casa, en Boedo. Según contó, sufrió un “golpe de calor”. “Estaba en mi trabajo y de pronto empecé a sentir mareos, ganas de vomitar, fue algo muy feo. Y para colmo tuve que volver en colectivo porque no tenía para el taxi. Ahí fue la muerte”.
“Es que en el verano de Buenos Aires te morís, literalmente te morís”, dice Pablo, un abogado de terno y corbata, aunque lleva la levita colgado del brazo y se acompaña, como todos, de una botella de agua, que en el centro su valor ha subido hasta un 20%.
Stella no puede precisar cuándo ocurrió lo que está viviendo Buenos Aires. “Es la primera vez que en diciembre se tienen nueve días seguidos de temperaturas que superan los 33°. En el 2005, fueron siete días”. Sin embargo, esto tiene que ver con las temperaturas máximas, no con las mínimas, según Stella. “Para que una ola de calor merezca la alerta debe tener temperaturas no inferiores a los 25° y Buenos Aires recién está por su tercer día”.
Una fuente del Sistema de Atención Médica de Emergencia (SAME) indicó a este Diario que “no hemos recibido aún llamadas por golpes de calor, lo que sí registramos es descompensaciones normales que ocurre en todo verano, como baja de presión, decaimiento…”. Si no hay golpe de calor, lo que hay es golpes de furia de parte de muchos porteños que, año tras año, cada vez que comienza el verano se corta el suministro de energía eléctrica.
El calor se vuelve aún más insoportable. Sectores de los barrios de Mataderos, Lugano, Flores, Caballito, Belgrano, San Telmo, Urquiza, Almagro, Chacarita y de otros barrios del Gran Buenos Aires se quedaron sin luz. Y con ello comenzó a escasear el agua.
Según la Asociación de Defensa de Derechos de Usuarios y Consumidores, 40% de los hogares sufrieron alguna interrupción en el suministro. “Todos los años pasa lo mismo -dice enfadado Jorge, de Almagro-. Cada vez que comienza el verano hay cortes”.