El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció ayer medidas más duras contra la industria petrolera tras la catástrofe en el golfo de México por la explosión y hundimiento de una plataforma de British Petroleum (BP).
Obama prolongó la moratoria de perforaciones petroleras marítimas, mientras las autoridades anunciaban en Nueva Orleans que BP detuvo el vertido causante de la peor marea negra de la historia del país. La Guardia costera afirmó que BP logró frenar el escape con una compleja operación de sellado. “Están bombeando barro dentro. Han detenido la salida de hidrocarburos”, dijo el comandante Thed Allen.
Pero luego, el jefe de operaciones de BP, Doug Suttles, admitió que “hasta ahora fracasó el intento de cerrar la fuga de petróleo”. Agregó que podrían pasar otras 24 horas o más para determinar si la operación es exitosa. Esta nunca se había llevado a cabo a 1 500 metros de profundidad.
BP suspendió temporalmente su procedimiento “top kill” para analizar los resultados y retomará la inyección de fluidos pesados en las próximas horas, dijo Suttles.
La noticia coincidió con nuevas evidencias sobre la gravedad de la catástrofe medioambiental.
Se estima que entre 260 000 y 540 000 barriles de petróleo salieron del pozo desde la explosión de la plataforma Deepwater Horizon, el 20 de abril, y su hundimiento dos días después. Estas nuevas cifras superan el total de crudo vertido al mar (257 000 barriles) tras el accidente del petrolero Exxon Valdez en Alaska, ocurrido en 1989.
El presidente Obama, que visitará la zona siniestrada el domingo, reconoció en la Casa Blanca que Estados Unidos se enfrenta a la peor marea negra de su historia y suspendió la explotación petrolífera marítima.
“Vamos a prolongar en seis meses la moratoria actual de entrega de nuevos permisos para excavar nuevos pozos submarinos”, declaró Obama, añadiendo que quedarán “interrumpidos 33 perforaciones de pozos de prospección submarina actualmente en curso en el golfo de México”.
La decisión supone la suspensión de un proyecto de exploración petrolífera en Alaska que iba a ser atribuido al grupo anglo-holandés Shell, así como el congelamiento de la entrega de concesiones en las costas de Virginia.
Obama rechazó que su administración hubiera tenido una reacción lenta o insuficiente a la marea negra afirmando que la catástrofe “fue la principal prioridad” de su gobierno desde la explosión de la plataforma, que causó la muerte de 11 trabajadores.
“Probablemente tuve más reuniones sobre este problema que sobre cualquier otro desde la revisión de nuestra estrategia en Afganistán”, aclaró el Presidente.
BP y el Gobierno de EE.UU. han gastado ya unos USD 850 millones en los trabajos de limpieza del derrame de crudo en el golfo.