El presidente de EE.UU., Barack Obama, por primera vez desde que asumió el poder, habló en exclusiva del tema de inmigración. Aprovechó además para criticar la ley de Arizona pero sin ir más lejos como esperaban los inmigrantes.
Leyes como las de Arizona, dijo Obama ante 300 líderes políticos, sociales y religiosos congregados en la American University de Washington, “violan los derechos de los ciudadanos al someterlos a registros e interrogatorios con el criterio de su apariencia”.
Los dirigentes de los inmigrantes aspiraban que Obama anunciara que el Gobierno se va a querellar contra la ley de Arizona, pero no lo hizo, pues está a la espera de recibir las conclusiones de un informe legal que pidió al Departamento de Justicia.
“El lunes estuvieron aquí cuatro representantes del Departamento de Justicia. Se reunieron varias horas con la gobernadora Jan Brewer”, indicó el dirigente Manuel Martínez, desde Phoenix. Él aseguró además que un grupo de personas que a diario asisten a la vigilia trasladará la medida al Capitolio en Washington.
Utilizando su prodigio de orador, el Mandatario emplazó al Congreso anteponer la realidad a las aspiraciones electorales. “Apoyé una reforma como Senador y la apoyo como Presidente. La pregunta es si tendremos el coraje de aprobarlas como una ley en el Congreso”.
El Presidente reconoció que sin el apoyo de varios republicanos en el senado no es posible una reforma, pese a que su propuesta, según los analistas, es muy parecida a la que impulsó el ex presidente George W. Bush: más control en la frontera y la regularización de 11 millones de indocumentados si pagan impuestos, una multa y aprenden inglés.
Obama además apeló al hecho de que EE.UU. es un país de inmigrantes y preguntó “¿Por qué acosar a gente que simplemente intenta labrarse un porvenir?”, al tiempo que evidenció su frustración por el castigo impuesto a los jóvenes que vinieron traídos por sus padres muy niños y ahora se les niega el derecho a estudiar en el país que los ha visto crecer.
Muy a pesar de la sensibilidad que el discurso presidencial destiló frente a una audiencia de líderes laborales, religiosos y empresariales, los vientos políticos y económicos no soplan a favor de una reforma inmigratoria y desde ya se cree que es una ingenuidad esperar que esta salga este año.
El país está en medio de una polarizada campaña política para elecciones intermedias de legisladores, senadores y gobernadores. Muchos de estos candidatos han hecho de los inmigrantes el objetivo de sus ataques.
Los dirigentes de los inmigrantes no quieren esperar. “Una reforma para nosotros es una prioridad. Si no hay acción desde el lado de los demócratas, muchos latinos cansados de promesas y de que los utilicen no van a salir a votar”, aseguró Xavier Valdez, representante de ‘Se Hace Camino Nueva York’.
Este líder de las juventudes latinas agradeció el tiempo de Obama para hablar del tema “pero sabemos que nada va a cambiar con un discurso. Necesitamos el liderazgo del Presidente, ya lo demostró con las reformas de salud y financiera y esperamos que él se ponga al frente y lleve adelante una reforma”.
Obama también cree que una reforma es “una cuestión moral”. La analista conservadora Leslie Sánchez no lo ve así: “si el Presidente es sincero y quiere el apoyo republicano ,debe dar pasos más grandes hacia un control estricto de la frontera”, así lo dijo en CNN.
“Técnicamente es imposible deportar 11 millones de personas. También sería muy caro y destruiría el tejido social del país”, expresó Obama.