Al bajarse del Air Force One el viernes en Dakota del Sur (centro), Barack Obama se unirá a un club relativamente exclusivo entre los presidentes estadounidenses: visitar los 50 estados de país durante su paso por la Casa Blanca.
Ni Jimmy Carter ni Ronald Reagan lo lograron. George Bush alcanzó la meta en un solo mandato y Bill Clinton también, gracias a un viaje de último minuto a Nebraska en 2000. George W. Bush llegó a visitar 49 estados, pero prefirió no ir a Vermont, que en ese momento no parecía dispuesto a recibirlo con los brazos abiertos.
El mandato de un presidente estadounidense está hecho de grandes discursos, de pequeñas historias, pero también de cifras y estadísticas: ¿Cuántas veces un mandatario vetó una ley adoptada por el Congreso?, ¿cuántas veces actuó por decreto?, ¿cuántas cenas de Estado organizó en la Casa Blanca?… y ¿cuántos estados visitó?
“Es una etapa simbólica”, explica Brendan Doherty, profesor de ciencias políticas de la United States Naval Academy, en Annapolis (Maryland), que subraya que los estados tienen un lugar preponderante en la democracia estadounidense, lo que queda en evidencia en que cada uno esté representado por dos senadores en el Legislativo.
“Aunque ya hayan visitado los estados que representan más del 99% de la población, los presidentes tienen que ir a cada estado para poder decir que estuvieron ahí”, explicó Doherty.
Obama, el presidente número 44 de Estados Unidos y en ejercicio de su segundo mandato, anunció recientemente la tan esperada visita en un canal local con sede en Sioux Falls (Dakota de Sur). “¡La buena noticia es el 8 de mayo! (…) No quiero que mis amigos de Dakota del Sur se sientan abandonados”..
La reelección cambia el mapa
Consultado hace varias semanas sobre la condición de “último estado”, el ministro de Turismo de Dakota del Sur, James Hagen, quien envió una invitación a Obama en 2013, se tomó con humor el anuncio, declarándose convencido de que el presidente quería “guardar lo mejor para el final”.
La principal atracción turística de este estado es el Monte Rushmore, donde están esculpidos en granito enormes bustos de cuatro presidentes emblemáticos del país: George Washington, Thomas Jefferson, Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln.
En el verano boreal de 2014, la lista de Obama contaba con cuatro “olvidos”: Idaho, Carolina del Sur, Utah y Dakota del Sur. Su dura derrota en 2012 ante el republicano Mitt Romney en estos cuatro estados pueden explicar un poco su renuencia a visitarlos.
Pero un análisis de los hábitos presidenciales en el tiempo revela que la explicación está más allá de los resultados electorales. Es un hecho: ciertos estados ven raramente aterrizar el avión presidencial, sea un republicano o demócrata quien ocupe la Casa Blanca, como Dakota del Sur y del Norte, Wyoming, Idaho, Montana y Vermont.
“Son estados poco poblados, lejos de Washington y, para la mayoría, tienen tendencia a votar a los republicanos en las elecciones presidenciales”, explica Doherty, quien hizo un análisis detallado de los viajes presidenciales desde la llegada al poder de Jimmy Carter en 1977.
La obsesión por la reelección tiene una fuerte influencia sobre la elección de los destinos de visitas en un primer mandato. Los presidentes repiten a menudo sus recorridos en los estados considerados indecisos y que pueden cambiar la balanza en los comicios.
Si son electos para un segundo mandato, agrega el experto, su margen de maniobra es más grande y están entonces tentados a marcar las últimas cruces sobre el mapa de Estados Unidos.