Barack Obama llegará a Cuba el domingo 20 de marzo. El lunes se reunirá con Raúl Castro. Foto: EFE
Las expectativas son otra vez enormes. Cuba y Estados Unidos volverán a celebrar este domingo un nuevo hito de su histórica reconciliación cuando Barack Obama llegue por primera vez a La Habana.
La visita de tres días será también el primer viaje de un presidente estadounidense a Cuba tras la revolución de 1959. Obama será el segundo mandatario de la potencia norteamericana que viaja a la vecina isla caribeña, el gran antagonista de Washington en el continente durante el último medio siglo.
El primer presidente estadounidense en visitar La Habana fue Calvin Coolidge, que llegó hace 88 años en un acorazado de guerra. Muchos observadores recordaron estos días ese detalle como símbolo de una época en que Estados Unidos solía imponer su voluntad en América Latina. En cambio, Obama viaja a Cuba como culmen al giro que inició públicamente en la relación con la isla socialista hace 15 meses.
La visita “significa el clímax en el proceso de deshielo del último vestigio de la Guerra Fría que quedaba en la política exterior estadounidense, algo que habría sido impensable hace tan solo dos años”, dice a DPA Juan Carlos Hidalgo, experto en América Latina del Instituto Cato en Washington.
Los cambios en la relación bilateral son inmensos. La bandera de Estados Unidos ondea desde hace meses frente al Malecón de La Habana, y políticos, empresarios y artistas norteamericanos llegan en tanto casi a ritmo semanal a la isla. El acercamiento es parte de la nueva política de Obama. El presidente quiere impulsar una mayor apertura de la isla a través del diálogo. “Cuanto más presentes estén las empresas allí, más personas viajarán, (…) y es más probable que veamos el tipo de cambios que todos estamos esperando”, dijo el mandatario recientemente en una entrevista.
Obama y su homólogo cubano, Raúl Castro, iniciaron en diciembre de 2014 de forma sorpresiva el deshielo, tras meses de negociaciones secretas. Ambos países reanudaron relaciones diplomáticas en julio del año pasado y han dado varios pasos de acercamiento desde entonces. Obama viajará a Cuba acompañado por su esposa, Michelle, sus hijas Sasha y Malia, e incluso por su suegra, Marian Robinson.
Las imágenes de la familia Obama paseando por las viejas calles coloniales de La Habana Vieja darán seguramente la vuelta al globo. Como parte de su agenda oficial, el presidente estadounidense se reunirá el lunes con Raúl Castro. El martes tiene previsto dar un inédito discurso en el Gran Teatro de La Habana, en el corazón de la ciudad. El canciller cubano, Bruno Rodríguez, aseguró que la intervención se transmitirá en directo en la televisión estatal, incluso si ésta contiene críticas al castrismo. “Todos podrán ver su discurso y cada quien podrá formarse su opinión sobre lo que diga”, dijo Rodríguez el jueves.
En los medios cubanos, todos en manos del Estado, no es usual hasta ahora ver críticas al sistema comunista de partido único de la isla o informaciones sobre disidentes políticos. Bajo la presidencia de Raúl Castro, Cuba ha iniciado un lento proceso de apertura en los últimos años.
Medio millón de personas trabajan en tanto en el emergente sector privado, un espacio abierto gracias a varias reformas de mercado que buscan superar la bancarrota económica en la isla. El menor de los Castro es también el gran artífice en el lado cubano de la nueva era en las relaciones con Washington.
Obama asistirá el martes también a un partido amistoso de béisbol entre los Tampa Bay Rays estadounidenses y la selección nacional cubana, el segundo de ese tipo después de uno que disputaron los Orioles de Baltimore en 1999. El béisbol es un deporte que levanta pasiones a las dos orillas del Estrecho de Florida. Y hay gran expectativa por ver si Obama hace, por ejemplo, un lanzamiento de honor al comienzo del partido, una imagen que podría ser icónica para algo que ya se ha calificado de antemano como “la diplomacia del béisbol“. Se trata de eventos, en todo caso, impensables aún bajo la larga presidencia del histórico exmandatario Fidel Castro, que simboliza aún para muchos la resistencia a Estados Unidos.
Ambos países rompieron relaciones en 1961, dos años después de la revolución que llevó a Fidel Castro al poder. Durante la visita de Obama en La Habana no está previsto un encuentro con el retirado expresidente, de 89 años, según la Casa Blanca. El líder estadounidense, en cambio, sí verá a miembros de la proscrita oposición cubana. Obama había hecho de esos encuentros casi una condición para visitar La Habana.
Unos diez activistas están invitados el martes a un encuentro con el presidente en la embajada de Estados Unidos, dijo el disidente Manuel Cuesta Morúa a la agencia DPA. A diferencia de otros opositores, que critican que Washington se haya acercado a La Habana sin que el castrismo otorgue más libertades políticas a la disidencia, Cuesta Morúa es partidario de la nueva doctrina de Obama frente a Cuba. “Eliminar la noción de (Estados Unidos como) enemigo histórico de Cuba es una ayuda inestimable”, dice. Eso permitirá que el “debate interno” aflore, cree el disidente.