Un hombre acusado de secuestrar y asesinar a un niño de seis años, en quizás el caso más famoso de un niño desaparecido en Estados Unidos, fue a sometido a juicio en Nueva York este viernes, 35 años después del crimen.
Pedro Hernández, de 53 años, está acusado de llevar a Etan Patz al sótano de una tienda donde trabajaba, de asesinarlo, y de deshacerse de su cuerpo en la basura el 25 de mayo de 1979.
La fiscal Joan Illuzzi-Orbon dijo que el crimen “cambió a esta ciudad para siempre”.
Etan desapareció después de dejar la casa de sus padres en Manhattan, mientras caminaba solo por primera vez hasta la parada del bus escolar.
Sus padres solo supieron que estaba desaparecido al final del día, cuando no volvió de la escuela. Su cuerpo no fue encontrado.
El caso alertó a millones de estadounidenses sobre los riesgos del secuestro de niños, alimentando a una generación de padres mucho más vigilante, que no perdía de vista a sus retoños.
Hernández, arrestado en 2012, confesó el asesinato ante la policía. Después se retractó, y se declaró inocente.
Su abogado Harvey Fishbein dice que su cliente sufre de una enfermedad mental y tiene un leve retraso mental.
El tribunal supremo de Nueva York estaba lleno este viernes durante el comienzo del juicio. Hernandez, calvo, vestido con un pantalón y una camisa a rayas, se sentó inmóvil.
El padre de Etan, Stan Pazt, también estuvo presente en la corte, pero la madre de la víctima estaba muy abrumada y limitó su presencia apenas para testificar.
La confesión de Hernández a la policía, grabada en video, será presentada como evidencia, así como la reconstrucción de lo que habría pasado en la tienda, donde el hombre habría llevado a Etan bajo la promesa de una bebida. Illuzzi-Orbon dijo que Hernández “comenzó a asfixiar al niño”.
Sin embargo, expertos en derecho estiman que será difícil para los fiscales probar su culpabilidad. El juicio puede durar hasta marzo o abril.
La defensa dice que no hay evidencias que vinculen a Hernández con el asesinato. “No hay escena del crimen, ni hay ADN, ni huellas digitales”, dijo Fishbein. “Nadie lo vio en la bodega”, añadió.