La extradición del ex general Manuel Antonio Noriega desde Miami a Francia termina más de medio siglo de relaciones entre Estados Unidos y el ex hombre fuerte de Panamá.
Su conexión con EE.UU. -escribe Javier Aparisi de BBC Mundo- se remonta a la década de los 50, cuando de acuerdo con diversos testimonios, fue reclutado como informante de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) mientras estudiaba en una academia militar en Perú. Noriega finalmente se convirtió en un preciado “activo” estadounidense en una región que se estaba convirtiendo en políticamente hostil a los intereses estadounidenses tras la Revolución Cubana.
Escaló dentro de las filas de las fuerzas armadas panameñas para convertirse en un aliado clave del general Omar Torrijos, el gobernante militar que firmó un tratado con EE.UU. para devolver la zona del Canal de Panamá a la soberanía panameña en 1977.
Después de la muerte de Torrijos en un misterioso accidente aéreo en 1981, Noriega se convirtió en el poder detrás de escena como jefe de los servicios de seguridad. EE.UU. confió en Panamá como puesto de escucha regional y Noriega respondió con un inquebrantable apoyo en la guerra en Nicaragua y la lucha contra las guerrillas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional en El Salvador.
Al mismo tiempo, empezó a jugar un papel cada vez más represivo en Panamá, en especial luego del asesinato de Hugo Spadafora, un opositor político que fue encontrado decapitado en 1985.
Esto no tuvo un efecto inmediato en sus tratos con Washington.
Noriega supuestamente desempeñó un papel a mediados de los 80 en el escándalo Irán-Contras, que implicó el contrabando de armas y drogas para ayudar los esfuerzos encubiertos de EE.UU. y apoyar a las fuerzas antigubernamentales que se oponían al régimen sandinista en Nicaragua.
Sin embargo, la Casa Blanca sospechó cada vez más de Noriega en medio de indicios de que estaba vendiendo sus servicios a otros organismos de inteligencia, por no hablar de las organizaciones del narcotráfico.
Estas tensiones se hicieron públicas en 1988, cuando Noriega fue acusado en un tribunal federal de EE.UU. por cargos de tráfico de drogas. La invasión de EE.UU. a Panamá en 1989 y posterior detención de Noriega puso fin a su régimen de facto.
También creó una suerte de espectáculo internacional durante un juicio que reveló detalles curiosos de su vida personal.
En esa época se dijo que llevaba ropa interior roja para alejar el mal de ojo.
En el 2007, terminó su condena tras 17 años de reclusión y silencio en una cárcel federal de Miami. Vivió en una celda especial con una televisión y otros privilegios que normalmente escapan a los demás tras las rejas.
Su abogado, Frank Rubino, dijo a la BBC en ese momento que pronto sería un hombre libre, pero tendría que enfrentar cargos por el asesinato de Spadafora en caso de regresar a Panamá.
Francia dicta prisión preventiva
La justicia francesa dictó ayer prisión preventiva para el ex dictador panameño Manuel Noriega (76 años) que pidió ser repatriado como “prisionero de guerra”. Esto, horas después de llegar a Francia para ser juzgado por lavado de dinero del narcotráfico, tras su extradición de EE.UU.
Noriega, que enfrenta una condena de 10 años de cárcel en Francia, permanecerá en prisión pendiente de un posible nuevo juicio, señaló ayer un dictamen judicial. Sus abogados habían pedido su inmediata liberación, pero un juez dijo que no se podía confiar en que Noriega permaneciera en Francia si era liberado mediante el pago de una fianza.
“Su liberación ciertamente llevaría a una huida al exterior”, indicó el magistrado en una audiencia abierta.
El embajador panameño en Francia, Henry Faarup, dijo que su país buscaría la extradición de Noriega a Panamá, donde enfrenta 20 años de prisión por varios crímenes. “Ya que tiene 76 años, existe una ley por la que después de los 70 años no se puede ser encarcelado, sino solo tener arresto domiciliario. Quizá eso es lo que busca”.
“Me atengo a que tengo derecho a todo lo que establece la Convención de Ginebra, a la repatriación tras el fin del cautiverio como prisionero de guerra”, declaró Noriega en la audiencia, celebrada en la sala novena del Palacio de Justicia de París.