Imagen referencial del exanalista de la CIA Edward Snowden, quien tiene residencia en Rusia por un plazo de tres años, anunció su asesor legal, Anatoli Kucherena. EFE
Después de cinco años de asilo en Rusia, Edward Snowden no teme a sus anfitriones. Con su lengua afilada, el informante estadounidense no ahorra críticas al presidente Vladimir Putin y otros dirigentes. “El gobierno ruso es corrupto en muchos aspectos”, dijo el extrabajador de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense a fines de junio al diario alemán Süddeutsche Zeitung.
Entonces Putin estaba en el foco como anfitrión del Mundial de fútbol y nada debía arruinar su imagen. Snowden señaló: “Los rusos son cálidos, son astutos. Su problema es su gobierno, no su pueblo”.
Ya pasaron cinco años desde que la entonces persona más buscada por Estados Unidos llegó a Rusia en el marco de una huida digna de Hollywood. En 2013, Snowden entregó a periodistas importantes documentos confidenciales sobre audios masivos por parte de la NSA y otras instituciones. Sus revelaciones tienen efecto hasta hoy en día.
El documental ‘Citizenfour’ (2014), de Laura Poitras, que refleja esos primeros días tras sus revelaciones, ganó un Oscar. Los opositores a Snowden ven en él a un traidor, mientras sus seguidores desean que gane el premio Nobel de la Paz. Primero, Snowden voló de Hawái a Hongkong, luego siguió viaje a Moscú.
En realidad, quería hacer transbordo en la capital rusa. Sin embargo, en ese momento Estados Unidos declaró inválido su pasaporte. Y de repente Snowden se encontró sin salida, en la zona de tránsito del aeropuerto Sheremetievo.
Los medios lo bautizaron como “el fantasma de Moscú” y en esas seis semanas casi nadie logró verlo. Buscó protección en numerosos países, pero el 1 de agosto de 2013 Rusia le concedió asilo, que rige hasta 2020.
Snowden vive en Rusia alejado de la opinión pública. Tuitea mucho y participa en conferencias sobre libertad de prensa y seguridad tecnológica por video. Su lugar de residencia se mantiene en secreto. Más allá de ello, se comunica a través de sus abogados.
A pesar de tanto secretismo, Snowden, de 35 años, lleva una vida normal. “La gente tiene la idea de que vivo en una base militar o en un palacio, con guardias armados (…) delante de la puerta. Pero no, vivo en una vivienda común con mi novia Lindsay y pago alquiler como cualquiera”, dice.
Su novia se mudó hace algunos años de Estados Unidos a Rusia. Su abogado estrella, Anatoli Kutcherena, afirma que Snowden viajó en los últimos años a muchos lugares de Rusia y que San Petersburgo le gusta especialmente. “No uso tarjetas de crédito e intento mantener mi vida privada lo más alejada de la opinión pública”, dice.
En Estados Unidos, Snowden es buscado mediante una orden de detención. Como medida preventiva, se emitieron pedidos de extradición a varios países. En el caso de regresar, Snowden sería acusado de tres cargos, dos de ellos en base a leyes de espionaje.
De esta forma, Snowden solo debería presentarse ante un juez y no habría jurado y se considera segura una condena. Los tres puntos de la denuncia prevén además una pena de hasta 10 años de prisión. Lo que no queda claro es si la Justicia ampliaría la denuncia.
Tanto el presidente estadounidense, Donald Trump, como el ex jefe de la CIA y actual secretario de Estado, Mike Pompeo, quieren la pena de muerte. Pero entre los dichos y los hechos de Trump hay un abismo. Antes de asumir como presidente, atacó al ex empleado de la NSA vía Twitter llamándolo mentiroso, estafador, espía, vergüenza, basura humana, un traidor que debe ser ajusticiado.
Durante la campaña, Trump prometió a sus seguidores: “Vean, si soy presidente, Putin dirá a Snowden: Hey, listo, te vas. Se lo aseguro”. De regreso a la realidad, como presidente, Trump no mostró ninguna disposición a confrontar a Putin por Snowden, escribió la web Politico.
Este objetivo parece haber desaparecido de su lista de tareas. La prensa estadounidense especula sobre si Trump habló a Putin de él durante su cumbre de junio en Helsinki, ya que Snowden comenta y critica todo el tiempo los acontecimientos en Estados Unidos.
Tampoco tiene una gran opinión sobre Trump. Sin embargo, el tema Snowden apenas impacta en la opinión pública estadounidense. Y para los votantes de Trump, Snowden tampoco es un tema. Sin embargo, Snowden no se hace esperanzas con que esta calma sea permanente.
En mayo dijo a la web The Intercept que parece claro que Trump no ama a nadie tanto como al presidente ruso. “¿Intentará cerrar un acuerdo? Quizá. ¿Puedo hacer algo para evitarlo? No. ¿Vendería mis principios para hacer que esto sea menos posible? No”. ¿Snowden como elemento de las negociaciones entre Trump y Putin? De acuerdo con los rusos, la extradición no formó parte de los temas abordados en la cumbre.
Putin ya había afirmado en 2013: “Rusia nunca extradita a nadie a ninguna parte y tampoco planea hacerlo”. En ese entonces, el caso Snowden afectaba las relaciones entre Moscú y Washington y el entonces presidente Barack Obama cancelaba una visita a Moscú.
Durante mucho tiempo se ha especulado con qué gana Rusia asilando a Snowden. Expertos afirman que es útil para el Kremlin, ya que permite a Putin presentarse como un defensor de los derechos humanos que protege a un ex informante de las garras de Estados Unidos.
El mismo Snowden dijo en entrevistas que no tiene contacto con la cúpula rusa y que no trabaja para su servicio secreto. “Nunca me propuse estar aquí”, dice. Reconoce que es arriesgado seguir criticando a sus anfitriones. “Todos mis abogados me dicen que es un error seguir criticando al Gobierno ruso”, afirma. Pero su función no es callar. “Si hubiese querido estar seguro nunca hubiera abandonado Hawái. Creo que este mundo debería ser mejor pero no mejora si no lo mejoramos nosotros. Y eso implica riesgos”.