La extendida impunidad, que deja 92 de cada 100 homicidios sin resolver, es el principal incentivo de los criminales en Venezuela, uno de los países más violentos del mundo, conmocionado esta semana por el asesinato de la exreina de belleza Mónica Spear y de su pareja Henry Thomas Berry.
Ambos fueron asesinados a balazos dentro de su vehículo el lunes por la noche en una autopista del norte del país por un grupo armado que intento robarles. En el automóvil también se encontraba la hija de la pareja, Maya, de cinco años, quien resultó herida.
“Las instituciones públicas en Venezuela no cumplen con su labor de prevenir y reprimir el delito, y eso hace que solo se resuelvan ocho de cada 100 asesinatos”, explica el criminólogo Fermín Mármol.
Pero también la proliferación de millones de armas, los bajos salarios policiales, el hacinamiento carcelario, su fallo como centro de readaptación o las políticas oficiales que atribuyen la violencia a la desigualdad social, son causas de esa guerra interna, dicen los expertos.
El presidente venezolano Nicolás Maduro reconoció que el país vive ” un proceso muy delicado de violencia criminal, que se puede catalogar como una guerra social”.
La inseguridad en el país ha obligado a los venezolanos a protegerse de la delincuencia con estrategias como colocar cámaras en sus viviendas o comprar dos celulares de distinto valor, para entregar el más barato en caso de robo.