Al menos dos enfrentamientos entre militares y pistoleros del narcotráfico dejaron, entre el jueves y ayer, 29 muertos en el noreste de México. Esta zona es azotada por una escalada de violencia desde que se descubrió la masacre de 72 inmigrantes, la semana pasada.
Ayer, un grupo de pistoleros se enfrentó con militares cerca del poblado de Benito Juárez, sobre la autopista que une a Monterrey con Reynosa, fronteriza con Estados Unidos. El enfrentamiento dejó cuatro muertos.
Esta balacera se produjo un día después de que 25 miembros de un grupo de pistoleros murieran, al enfrentarse con el Ejército. El hecho sucedió en una hacienda ubicada entre Monterrey y Ciudad Mier, también fronteriza con EE.UU.
El Ejército informó que en este enfrentamiento fueron rescatados tres secuestrados y se incautaron fusiles, municiones y 23 vehículos, dos de los cuales estaban “pintados con las características de los vehículos policiales”.
Los militares han asumido funciones de control en varias zonas del estado de Nuevo León, tras la renuncia, en los últimos meses, de numerosos policías locales ante el temor por el poderío del narcotráfico.
Esta zona es dominio de Los Zetas, un grupo de narcotraficantes, que empezó como brazo armado del cartel del Golfo.
Esta escalada ha incluido cinco atentados con explosivos -entre ellos dos coches bomba- contra una sede policial y un canal de televisión en Ciudad Victoria, capital de Tamaulipas, y el asesinato de un alcalde.
El Gobierno asegura que detrás de la violencia en Nuevo León y Tamaulipas se encuentra una disputa entre Los Zetas y cartel del Golfo.
Los Zetas, conformado por ex militares que en los años noventa se unieron como pistoleros al cartel del Golfo, están enfrentados desde febrero con sus antiguos jefes por el control de rutas para llevar drogas hacia EE.UU.
La violencia creciente es una expresión de “una guerra cada vez más cruenta entre los grupos del crimen organizado en su disputa por territorios”, dijo el presidente Felipe Calderón.