Alejo Vargas Velásquez, catedrático y politólogo colombiano, considera que el presidente Felipe Calderón marca una diferencia con gobiernos anteriores en la lucha contra el narcotráfico en México.
¿A causa del narcotráfico, el México actual se parece a la Colombia de los años ochenta y noventa, como aseguró la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton?
No, eso no es verdad. Cada caso nacional es muy particular y tiene sus peculiaridades. Obviamente, es posible encontrar rasgos que, aparentemente, podrían ser comunes, pero que al final de cuentas son distintos. Por ejemplo, el uso de la violencia pudiera ser una forma para encontrar similitudes. El problema en Colombia es fundamentalmente de cultivos ilegales y de procesamiento de estos. El de México es uno de tráfico y de paso de cocaína hacia el mercado norteamericano. En Colombia hay un conflicto armado desde hace medio siglo y en México no existen esas circunstancias. Entonces, no es para nada adecuado comparar a los dos países.
¿Por qué se han fortalecido tanto los carteles de la droga en México?El negocio de la droga es tan atractivo y genera tantas utilidades, que los que ingresan en esta actividad tienen opciones de contar con rendimientos importantes. Luego de que se desvertebraran los dos macrocarteles de la droga (de Medellín y de Cali) en Colombia, a finales de los ochenta y comienzos de los noventa, los microcarteles resultantes pudieron entrar en una relación más de dependencia con los clanes mexicanos, a diferencia de lo que pudo ocurrir en el pasado, cuando los macrocarteles colombianos más bien tenían la tendencia de subordinar a los narcotraficantes mexicanos.
¿Qué está detrás de la pe-netración de los carteles mexicanos en casi todos los poderes del Estado mexicano?
Esa afirmación es exagerada. Efectivamente, hay casos de corrupción -en especial en los ámbitos locales- cuyos gobiernos son mucho más débiles, así como de parlamentarios sobre todo regionales y algún juez. No creo que sea adecuado hablar de que el Estado mexicano está completamente penetrado por el narcotráfico. En Colombia y en muchos otros países se han dado casos de corrupción, en los cuales se ha evidenciado que un determinado funcionario de alguna de las ramas del Poder Público está influido por los narcos.
¿Cree que el estado actual de cosas implica un riesgo para la institucionalidad en ese país?
Probablemente no se puede hablar de un riesgo, pero sí es necesario que el Estado mexicano, como lo está haciendo el presidente Felipe Calderón, afronte este tema de manera clara y contundente. Lo que hace Calderón marca una diferencia con lo que sucedió con los gobiernos anteriores de México, que parecía que no tuvieran diseñada una política de enfrentamiento frontal con el narcotráfico. Porque si no se combate este tipo de actividades criminales de los carteles, que no son otra cosa que crimen organizado transnacional, pueden afectar a la institucionalidad del Estado. Entonces, es adecuado lo que está haciendo el Gobierno mexicano. Una cosa distinta es definir si las estrategias son adecuadas o no.
¿Se puede decir que los clanes mafiosos de México superaron en poderío, particularmente económico, a sus pares colombianos de épocas pasadas?
Una afirmación así no se puede hacer de forma tajante. En primer lugar, no hay un estudio sistemático del tema del peso económico que puedan tener estos carteles del narcotráfico y del volumen de recursos que están manejando. Creo que ese es uno de los grandes déficits que hay en los estudios en México sobre la dimensión económica del problema.
La reciente detención en México del narco ‘La Barbie’ demuestra la conexión entre los carteles mexicanos y colombianos. ¿Qué hace falta para cortar esos nexos?
Todo el crimen transnacional busca conectarse. Entonces, el caso del llamado ‘La Barbie’ es una muestra de esas conexiones, que se han demostrado de muchas maneras, en el pasado también. Es una evidencia de algo que se conoce y que, sin duda, afecta a la lucha contra este tipo de grupos.
Pero esto implica que falla algo en las políticas de controles en ambos países.
El tema no es sencillo. Es un asunto transnacional que no lo resuelve ningún gobierno en particular. Este problema solo lo podrá solucionar la comunidad internacional en su conjunto y esta no ha tomado una decisión de enfrentar el tema del narcotráfico, hay que abordarlo en todas las dimensiones: cultivos ilegales, procesamiento, distribución, lavado de activos… Cada Estado trata de hacer lo que puede en el marco de su trabajo. El problema es que el enfoque de la lucha contra el narcotráfico no es el adecuado.
La despenalización pudiera ser una de las alternativas para afrontar este problema.
Esa es una de las alternativas. Hay que avanzar en la despenalización de algunas drogas o fases del proceso, porque estamos hablando de sustancias de muy distinta naturaleza. Es algo sobre lo cual la comunidad internacional no asume una posición clara. El gobierno de Barack Obama pareciera tener una cierta disposición en ese sentido. Resulta muy importante lo que digan los estadounidenses, que finalmente son los grandes consumidores.