Adjunto Ahora son los paramilitares. Una década de noticias sobre la incidencia de los carteles de la droga, los miles de víctimas y los grupos armados que giran en su rededor abre una nueva línea de atención para las violencias cruzadas que lastiman a México.
El surgimiento de paramilitares para contrarrestar el poder de las bandas narcos y del crimen organizado recrea la esperpéntica figura que se tomó los campos de Colombia contra la guerrilla y que aún no se puede superar.
Michoacán, tierra agrícola y fecunda, es territorio de Los Templarios. Los narcotraficantes adoptan el simbólico nombre como grito de arrogancia y prepotencia sobre un mapa que solo ellos controlaron ante el fracaso de una década de lucha oficial que cambió estrategias, llevó a los soldados a distintas zonas y sus resultados fueron más masacres de la población civil.
El obispo de Apatzingán, Miguel Patiño, cree que no hay voluntad para acabar con la violencia. Un ‘Viaje al centro de la guerra’ propone el reportaje de Juan Carlos Pérez en BBC, una réplica de las Autodefensas Unidas de Colombia en su nacimiento.
Michoacán es solo una muestra, la muerte y la violencia ganan la calle y la batalla.